Estamos en Semana Santa, el momento que, al lado de la Navidad, la mayor parte de quienes asocian sus creencias al catolicismo lo usan para reflexionar sobre su vida, su existencia, su PORQUÉ Y PARA QUÉ ESTÁ AQUÍ.

La Semana Santa muestra fundamentalmente el sacrificio de un hombre, muestra todo el proceso que lo lleva a ser crucificado por dos situaciones: primera: por atreverse a DECIR lo que pensaba, atreverse a decir lo que sentía, a expresarse desde su corazón, su emoción, profundidad espiritual y, la segunda: la capacidad de enfrentarse SIN MIEDO, sin miedo alguno, a quienes detentaban el poder humano, político, económico y social de la época: ambas, están conjugadas en ese ejercicio de mártir que muchos han jugado, juegan y jugarán en su vida: es el precio de ser consecuentes, coherentes.

La Semana Santa sirve para que reflexionemos sobre si de verdad cumplimos el mandamiento fundamental de ésta y prácticamente todas las religiones que es AMAR AL PRÓJIMO: el amar al prójimo implica esencialmente respetar al prójimo; valorar al prójimo; respetar y valorar al otro independientemente de sus creencias, concepciones, convicciones, planteamientos e ideologías. Jamás, y es un reto personal que encaro todos los días, debemos juzgar al otro porque simplemente no coincide o ha dejado de coincidir con nuestras creencias o con nuestras formas de ser.

En fin, haga usted sus propias reflexiones y sí, si puede descanse, si puede que sea lúdica, recreación, pero también, en la medida de lo posible, dedique unos minutos de su vida en esta semana a reflexionar sobre el amor al prójimo … comenzando por los que tiene a su lado EN ESTE INSTANTE.

(Escrita en Perú/Arequipa/2019)

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