Nacido el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, un pueblo costero de la región del Magdalena, y fallecido el 17 de abril de 2014 en Ciudad de México, García Márquez dejó tras de sí un legado que trasciende el tiempo y las fronteras.

Con once novelas, cuatro libros de cuentos y una destacada labor periodística, García Márquez forjó un camino literario único que lo consagró como una de las figuras más importantes de la literatura del siglo XX. Su obra más célebre, «Cien años de soledad», publicada en 1967, se erigió como un hito en la narrativa latinoamericana, explorando las vidas de la familia Buendía en la ficticia Macondo con una maestría que mezcla lo real y lo fantástico de manera magistral.

La fama internacional alcanzada con «Cien años de soledad» le permitió a García Márquez no sólo consolidarse como un escritor de renombre, sino también abrazar causas sociales que consideraba importantes. Donó el dinero recibido por el Premio Rómulo Gallegos al Movimiento al Socialismo y su amistad con líderes como Fidel Castro lo acercó a la política de la región, inspirando obras como «Los funerales de la Mamá Grande», «El otoño del patriarca» y «El general en su laberinto».

Pero García Márquez fue más que un escritor; fue un gestor cultural apasionado. Participó en el rodaje de «La langosta azul», la primera película colombiana con tintes surrealistas, y fundó la Escuela Internacional de Cine y Televisión San Antonio de los Baños en Cuba, contribuyendo al desarrollo del cine latinoamericano. Su compromiso con el periodismo se reflejó en su colaboración con revistas como Alternativa y Cambio 16, además de ser el creador de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), ahora conocida como Fundación Gabo, que promueve la excelencia en el periodismo y la no ficción.

A diez años de su partida, el legado de García Márquez sigue vivo, inspirando a escritores, cineastas y periodistas en todo el mundo. Su capacidad para capturar la esencia de lo latinoamericano y su habilidad para mezclar lo real con lo mágico lo convierten en una figura eterna, cuya influencia perdurará por generaciones. En palabras de Jorge Luis Borges, ahora podemos hablar de lo ‘garciamarquiano’, un adjetivo que encierra la magia, la realidad y la profundidad de un autor que sigue siendo tan relevante como en el día en que Macondo vio la luz por primera vez.

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