La inmunóloga estadounidense Mary Brunkow protagonizó una de las anécdotas más curiosas en la historia reciente de los Premios Nobel de Medicina. Cuando la Academia Sueca intentó comunicarle que había sido galardonada, la científica ignoró la llamada porque creyó que se trataba de spam. “Era un número raro de Suecia, así que simplemente lo silencié”, relató a CNN.
A la 1:00 de la madrugada en Portland, Oregón —las 10:00 en Estocolmo— su teléfono sonó varias veces. Al ver el prefijo internacional, Brunkow optó por no contestar. Horas después, su esposo la despertó con una noticia inesperada: una periodista de Associated Press estaba en su sala junto a una televisión local. “Mary, creo que has ganado el Nobel”, le dijo. Así se enteró la científica del reconocimiento que compartía con Fred Ramsdell y Shimon Sakaguchi.
El jurado distinguió a Brunkow, Ramsdell y Sakaguchi por sus investigaciones sobre cómo el sistema inmunitario protege a las células sanas, un hallazgo que abrió nuevas rutas para tratar enfermedades autoinmunes y ciertos tipos de cáncer. Su trabajo se centra en la tolerancia inmune periférica, un mecanismo esencial para evitar que el cuerpo ataque sus propios tejidos.
La noticia tomó por sorpresa a todo el equipo. Ramsdell, según informó Reuters, estaba de excursión en una zona sin cobertura, mientras que Sakaguchi se encontraba en Japón. Ninguno de los tres investigadores respondió las llamadas iniciales de la Academia. Aun así, sus aportes transformaron el entendimiento moderno de la regulación inmunológica.
En una entrevista publicada en la web oficial de los Premios Nobel, Brunkow recordó los inicios de su carrera y el arduo trabajo en laboratorio a finales de los años noventa. “Clonar un gen en 1998 era muy distinto a cómo se hace hoy. Fue un verdadero trabajo de fondo”, señaló. También destacó la importancia de la colaboración científica internacional: “Hacen falta muchos cerebros distintos trabajando juntos”.
El episodio de la llamada ignorada se ha convertido en una metáfora de cómo la ciencia a veces se cruza con el azar. Brunkow, quien ha dedicado décadas a estudiar la inmunología molecular, representa a una generación de investigadoras que abrieron camino en un campo históricamente dominado por hombres. Su serenidad frente al revuelo mediático contrasta con la magnitud del logro: “Todavía no lo asimilo. Es un honor haber formado parte de esta investigación”.
El Premio Nobel de Medicina 2025 resalta la importancia de la colaboración interdisciplinaria y del avance sostenido en la biotecnología
La anécdota de Mary Brunkow ha cautivado al público no solo por su toque humorístico, sino también por el mensaje que transmite: la ciencia sigue siendo un esfuerzo profundamente humano. Entre el sueño interrumpido, el ladrido del perro y la periodista en la puerta, se esconde una lección sobre la humildad del conocimiento y la imprevisibilidad del destino.