El anuncio sobre el regreso de Álvaro Uribe Vélez a la política electoral para las elecciones legislativas del 2026 ha marcado un giro decisivo en el panorama político colombiano. La noticia fue confirmada por Gabriel Vallejo, director del Centro Democrático, desde el Congreso de la República, donde ratificó que el expresidente encabezará la lista al Senado en una apuesta que busca revitalizar la colectividad de oposición. Aunque la decisión depende del desenlace de sus procesos judiciales, el solo hecho de su postulación ya empieza a mover el tablero electoral y a redefinir la estrategia de los partidos para los próximos comicios. La colectividad ha cerrado filas en torno a esta determinación, convencida de que el liderazgo del exmandatario puede ser el motor para recuperar representación en el Congreso y ganar protagonismo frente a un escenario político marcado por la polarización.
La estrategia del Centro Democrático para el Senado
El Centro Democrático definió que su lista al Senado será cerrada, una fórmula que busca fortalecer la unidad y resolver uno de los mayores problemas de la política colombiana: la financiación de las campañas. Según Vallejo, este esquema permitirá que los candidatos trabajen de manera conjunta bajo el logo del partido, reduciendo gastos individuales y potenciando el reconocimiento de la colectividad en las urnas. Dentro de este diseño, Uribe ocupará el puesto número 25, una posición simbólica que busca destacar la meta del partido de conquistar al menos esa cantidad de curules. La decisión fue recibida con entusiasmo por las directivas, quienes consideran que la presencia de Uribe representa un «honor» y una oportunidad de relanzar la fuerza del uribismo. Además, se estableció un comité evaluador que definirá el orden definitivo de la lista, teniendo en cuenta criterios como la hoja de vida, la preparación académica, el trabajo regional, la identificación con los principios del partido y la reputación de los aspirantes.
Los retos judiciales y su impacto en la candidatura
El regreso de Álvaro Uribe al escenario electoral está condicionado a la resolución de sus procesos judiciales. Actualmente, el Tribunal Superior de Bogotá tiene en sus manos la revisión en segunda instancia de un fallo condenatorio, un trámite que deberá resolverse antes de 2025. Recientemente, la Sala Penal de ese mismo tribunal ordenó la libertad inmediata del expresidente, tras considerar que se había vulnerado su derecho fundamental a la libertad. Esta decisión, firmada por el magistrado Leonel Rogeles Moreno, dejó sin efecto una medida restrictiva dictada en agosto y permitió a Uribe recuperar su libertad. Sin embargo, el futuro de su candidatura depende del desenlace de ese proceso. Si se confirma su viabilidad jurídica, su nombre en la lista al Senado podría convertirse en un factor determinante para dinamizar la campaña de 2026. La colectividad lo entiende como una apuesta de alto riesgo: una candidatura que puede impulsar al partido o quedar en entredicho por decisiones judiciales de última hora.
¿Qué significa el regreso de Uribe para el panorama político?
La eventual postulación de Álvaro Uribe Vélez al Senado no solo reconfigura la estrategia del Centro Democrático, sino que también impacta directamente la dinámica de la política nacional. Su presencia en la contienda podría movilizar nuevamente al electorado uribista y, al mismo tiempo, polarizar aún más el debate frente a sectores de oposición que han cuestionado su legado. La meta de alcanzar 25 curules refleja la ambición del partido por recuperar fuerza en el Congreso, pero también plantea interrogantes sobre la capacidad del uribismo para adaptarse a un contexto político que ha cambiado desde los años de mayor influencia del expresidente. En este escenario, la pregunta central es clara: ¿logrará la figura de Uribe, con todo lo que representa en términos de respaldo y controversia, transformar el rumbo del Congreso en 2026 o se convertirá en un catalizador de mayor división política en el país?