reencausar el conocimiento mao
Credit: Christian Orrego

Como ciudadano y como líder social no puedo quedarme callado ante lo que vivimos con nuestra selección femenina de voleibol. Estas jóvenes, llenas de talento y disciplina, lograron llegar a la escena internacional representando a Colombia, pero lo hicieron casi solas: sin recursos, sin respaldo real, entrenando en condiciones desiguales frente a potencias que sí creen en el deporte como camino de transformación.

El resultado estaba cantado: no se le puede exigir a un equipo que derrote potencias mundiales cuando ni siquiera tiene garantizadas las herramientas básicas para prepararse. La derrota no es de las jugadoras, es de un sistema deportivo podrido, de dirigentes cómodos en sus escritorios que aplauden cuando conviene y se esconden cuando llega la hora de rendir cuentas.

Yo me pregunto: ¿hasta cuándo seguiremos permitiendo que nuestros atletas compitan con las uñas, mientras los burócratas del deporte viajan en primera clase y posan para la foto? No entendemos que el deporte no es un gasto ni un trofeo para discursos, es un camino real para rescatar a miles de jóvenes de la violencia, la droga y la desesperanza. Cada peso invertido en el deporte se multiplica en el futuro, en paz y en dignidad.

Ver a nuestras voleibolistas luchando sin condiciones dignas es ver el reflejo de una nación que no valora el esfuerzo de su gente. Cada uniforme que nuestros jugadores sudan representa un sueño, una familia, una juventud que cree en Colombia. ¿Y qué reciben? Abandono. Aplausos hipócritas después de cada esfuerzo, mientras en la práctica se les condena a competir desarmadas contra gigantes.

Como líder, como Colombiano, alzo mi voz porque apostarle al deporte significa sembrar vida, futuro, disciplina y coraje; llevando el nombre de nuestro país en alto. Colombia no merece seguir jugando con las uñas, o se sacan a aquellos dirigentes que viven del deporte sin servirle verdaderamente, no será solo un partido lo que perdamos, sino generaciones enteras de talento.

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