En el estado de Colorado, Estados Unidos, se puso en funcionamiento una infraestructura sin precedentes diseñada para proteger a la vida silvestre y mejorar la seguridad en carretera. Se trata del Greenland Wildlife Overpass, el paso para animales más grande de Norteamérica, construido sobre los seis carriles de la autopista Interstate 25 (I-25), en el condado de Douglas.
La estructura fue concebida para mimetizarse con el entorno natural. Está cubierta de tierra y vegetación, lo que facilita que los animales crucen de un lado a otro de la autopista sin exponerse al tránsito vehicular. Antes de su construcción, ese tramo registraba, en promedio, un accidente diario con fauna durante los periodos de migración.
El proyecto requirió una inversión cercana a los 15 millones de dólares y forma parte del sistema de cruces de fauna conocido como South Gap. El puente mide aproximadamente 64 metros de ancho por 64 de largo y conecta más de 16.500 metros cuadrados de hábitat, un corredor clave para especies como alces, ciervos, osos, pumas y antílopes.
Este tipo de infraestructura, conocida como paso de fauna o ecoducto, busca reducir el impacto de las carreteras en los ecosistemas fragmentados. Al replicar las condiciones del entorno natural, estos cruces facilitan que los animales los utilicen de forma espontánea, sin alterar sus patrones de movimiento.
Además de proteger a la fauna, los ecoductos contribuyen a disminuir riesgos para los conductores y a mantener la conectividad biológica entre áreas que durante décadas estuvieron separadas por infraestructuras viales. En el caso del Greenland Wildlife Overpass, también se espera que sea utilizado por especies más pequeñas, como zorros y coyotes.
Autoridades estatales destacaron que esta obra representa un hito en la ingeniería ecológica, ya que combina seguridad vial y conservación ambiental. El proyecto se ha convertido en un ejemplo de cómo el desarrollo de grandes infraestructuras puede coexistir con la naturaleza cuando se prioriza un enfoque sostenible.

