El Gobierno de Colombia presentó en Cartagena los objetos recuperados durante la segunda fase del proyecto dedicado al estudio y preservación del patrimonio cultural sumergido. Esta etapa permitió intervenir directamente los materiales hallados en el sitio, con el objetivo de estabilizarlos y protegerlos para su análisis posterior en laboratorio.

La recuperación incluyó un cañón, una taza de porcelana, tres monedas coloniales, dos fragmentos cerámicos y sedimentos asociados, elementos que fueron levantados cuidadosamente a bordo de buques de la Armada. Cada pieza representa un avance significativo en la comprensión del contexto histórico del yacimiento.

Según el equipo técnico, el trabajo se centró en garantizar la conservación inicial de los materiales mediante procedimientos especializados. Esta recolección marca un paso decisivo, pues permite el traslado de los objetos a entornos controlados donde se podrán estudiar su procedencia, composición y cronología.

Con ello, los investigadores buscan obtener un panorama más completo sobre las tecnologías de producción de la época y sobre el contexto cultural al que pertenecían.

Avances desde la primera verificación del sitio subacuático

Durante la primera fase del proyecto, los esfuerzos se concentraron en una verificación no intrusiva del contexto arqueológico. Esta revisión inicial permitió confirmar que el sitio se mantenía sin alteraciones humanas, un hallazgo crucial para garantizar la integridad científica del estudio.

El equipo también logró identificar cómo estaban distribuidos los objetos y los restos de la embarcación en el fondo marino, lo que facilitó definir con mayor precisión el área completa del yacimiento.

A partir de estas observaciones, fue posible detectar posibles procesos de deterioro en los materiales. Comprender estos daños resultó esencial para establecer protocolos de intervención y conservación más adecuados.

La información recopilada durante esta fase inicial proporcionó las bases metodológicas necesarias para proceder con la recuperación de piezas en la etapa siguiente, asegurando que cada extracción se realizara con criterios técnicos rigurosos que minimizaran riesgos sobre el material histórico.

Estos avances se integraron en la planeación científica del proyecto, permitiendo que el proceso de recolección se ejecutara bajo estándares reconocidos internacionalmente en arqueología subacuática.

Segunda fase: análisis detallados en laboratorio especializado

Con la colección realizada en esta segunda etapa, los investigadores pasaron a un proceso más minucioso. Las piezas fueron trasladadas al laboratorio de Patrimonio Cultural Sumergido del CIOH Caribe, donde comenzará un largo proceso de conservación.

Allí se llevarán a cabo análisis arqueológicos y arqueométricos destinados a determinar la procedencia exacta de los objetos, sus características físicas, la composición de los materiales y las tecnologías utilizadas para su fabricación.

Este enfoque permitirá entender mejor los vínculos históricos entre el sitio y los contextos económicos, políticos y culturales del periodo colonial.

La ministra Yannai Kadamani señaló que el hallazgo “mostró el fortalecimiento de las capacidades del Estado para proteger el patrimonio sumergido”, resaltando la consolidación de las instituciones involucradas en la preservación de bienes de valor nacional.

A su vez, la directora del ICANH, Alhena Caicedo, destacó que la recolección de objetos “abrió la posibilidad de que la ciudadanía se acercara, a través del testimonio material, a la historia del galeón San José”.

Sus declaraciones subrayan la relevancia del proyecto no solo desde una perspectiva técnica, sino también desde su impacto cultural y educativo, pues los objetos recuperados permiten reconstruir relatos históricos que habían permanecido ocultos en el lecho marino.

¿Qué sigue en el proceso de conservación?

El siguiente paso implica someter cada pieza a un tratamiento especializado que garantice su estabilidad a largo plazo. El trabajo del laboratorio será decisivo para evitar que los materiales sufran daños al ser expuestos a un ambiente distinto al del fondo marino.

Este proceso incluye controles de salinidad, estudios de corrosión, observación microscópica y pruebas que buscan determinar la fragilidad estructural de los objetos.

Con estos resultados, los especialistas podrán establecer planes de preservación adaptados a cada material. La conservación no solo asegura la integridad física de las piezas, sino que también habilita futuras investigaciones científicas y posibles exhibiciones públicas que puedan acercar a la ciudadanía a estos testimonios históricos.

El proyecto también abre nuevas preguntas sobre la magnitud completa del yacimiento y sobre las historias asociadas a los restos de la embarcación. ¿Qué nuevos hallazgos podrían surgir si continúan estas exploraciones científicas en el Caribe colombiano?

Entérate con El Expreso