Gustavo Petro, presidente de Colombia, enfrenta un panorama cada vez más complejo en términos de seguridad. Recientemente, se ha revelado que el mandatario ha comenzado a utilizar aviones no oficiales para sus desplazamientos, una decisión estratégica diseñada para mitigar riesgos asociados a amenazas contra su vida. Este enfoque, confirmado por fuentes oficiales, responde a la necesidad de implementar medidas excepcionales en un contexto de creciente vulnerabilidad.


La razón detrás de los aviones no oficiales

Según un informe de Noticias RCN, la elección de estas aeronaves se debe a que los aviones de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) pueden ser rastreados con relativa facilidad. Ante esta situación, la Unidad Nacional de Protección (UNP) ha recomendado alternativas más seguras para garantizar el traslado del presidente, reduciendo su exposición a posibles ataques. Desde hace varios meses, Petro ha modificado sus itinerarios de vuelo de manera frecuente, incluso a último momento, para dificultar cualquier intento de seguimiento.

Esta estrategia se enmarca dentro de un decreto emitido en febrero de 2024 por el Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre), en el que se reorganizó la estructura de seguridad presidencial. Dicho decreto designó a Laura Sarabia como responsable de la coordinación de protección en conjunto con la Casa Militar, la Policía Nacional, las Fuerzas Militares y la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI). Este cuerpo conjunto tiene la misión de desarrollar y aplicar protocolos robustos que salvaguarden la integridad de Petro, la vicepresidenta Francia Márquez y sus familiares.

El decreto también subraya que la seguridad presidencial debe estar alineada con un enfoque preventivo, adaptado al nivel de riesgo que implica la alta exposición de las figuras gubernamentales. A partir de estas disposiciones, la UNP ha tomado la decisión de modificar la logística de los desplazamientos presidenciales, incluyendo el uso de aeronaves no convencionales para evitar que las amenazas identificadas se materialicen.


Un atentado frustrado: las alarmas se intensifican

Uno de los momentos más críticos en este contexto de inseguridad se presentó en julio de 2024, cuando un plan para atentar contra Gustavo Petro fue detectado y desarticulado. Durante la ceremonia de instalación del Congreso, las medidas de seguridad tuvieron que ser reforzadas de forma drástica debido a información alarmante obtenida por las autoridades. Según el ministro de Defensa, Iván Velásquez, existía un organigrama detallado que apuntaba a un ataque inminente contra el mandatario.

Esta situación obligó a que el evento en Bogotá se retrasara tres horas, lo que generó especulaciones y críticas en su momento. Petro, al ser cuestionado por su tardanza, declaró: “¿Que llegué tarde? Sí. Información a corroborar desde la embajada de los EE. UU. y una descoordinación de mi servicio de escolta motivaron la tardanza”. Posteriormente, Velásquez confirmó que la información era lo suficientemente creíble como para justificar un despliegue adicional de seguridad.

Las acciones de inteligencia han sido fundamentales para contener este tipo de amenazas. Según Velásquez, los equipos especializados han manejado información sensible sobre posibles atentados contra el presidente en varias ocasiones. Sin embargo, el ministro se ha abstenido de ofrecer detalles concretos, señalando que la prioridad es actuar de manera oportuna para neutralizar cualquier riesgo.


Medidas excepcionales: ¿son suficientes?

La decisión de utilizar aviones no oficiales marca un precedente importante en la logística presidencial. Si bien esta medida busca proteger al mandatario, también evidencia la gravedad de las amenazas que enfrenta su gobierno. A pesar de los esfuerzos de la UNP, la Casa Militar y los organismos de inteligencia, los desafíos persisten. La combinación de factores como polarización política, la amenaza de grupos armados ilegales y el escrutinio constante del público colocan a Petro en una posición de alto riesgo.

La pregunta que queda en el aire es si estas estrategias serán suficientes para garantizar su seguridad en el futuro. ¿Qué otras acciones puede implementar el gobierno para enfrentar un entorno cada vez más complejo y hostil? En un país donde las amenazas a líderes políticos no son un fenómeno nuevo, los ciudadanos también se preguntan cuál será el impacto de estas decisiones en el liderazgo de Petro y en la percepción de seguridad nacional.


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