El paso del huracán Melissa, ahora de categoría 5, ha dejado un panorama desolador en Jamaica. Con vientos que superan los 270 kilómetros por hora y lluvias torrenciales que han provocado inundaciones masivas, el país enfrenta una de las peores emergencias climáticas de su historia reciente. Desde Kingston hasta Montego Bay, comunidades enteras se encuentran sin electricidad, los servicios básicos colapsaron y las autoridades trabajan contra reloj para rescatar a cientos de personas atrapadas por las aguas. Este fenómeno, que se formó la semana pasada como una tormenta tropical en el Atlántico, evolucionó rápidamente hasta alcanzar la categoría más alta en la escala Saffir-Simpson, un recordatorio de cómo el cambio climático está intensificando los eventos meteorológicos extremos en el Caribe.

Las primeras imágenes que llegan desde la isla muestran calles convertidas en ríos, techos arrancados por la fuerza del viento y zonas costeras completamente arrasadas. El gobierno de Jamaica declaró el estado de emergencia nacional y pidió ayuda internacional inmediata, mientras las autoridades meteorológicas advierten que el sistema podría mantener su potencia durante las próximas 24 horas antes de desplazarse hacia el oeste del Caribe.

Jamaica enfrenta su peor desastre natural en décadas

La Oficina de Preparación para Desastres y Emergencias de Jamaica confirmó que Melissa ha superado en impacto al huracán Gilbert de 1988, considerado hasta ahora el más destructivo en la historia moderna del país. “Estamos ante un evento sin precedentes. La magnitud de los daños en infraestructura, vivienda y agricultura aún no puede calcularse”, declaró el primer ministro Andrew Holness. Los servicios de emergencia han desplegado equipos en todo el territorio, pero las carreteras bloqueadas y la caída de puentes complican las labores de rescate.

Las autoridades reportan al menos 17 víctimas mortales confirmadas y centenares de heridos. En ciudades costeras como Ocho Ríos, los hospitales trabajan al límite de su capacidad, mientras que en Kingston el aeropuerto internacional Norman Manley permanece cerrado. El sistema eléctrico nacional se encuentra paralizado en más del 80 % de la isla y se estima que la recuperación podría tardar semanas. Organismos internacionales como la Cruz Roja y la Agencia Caribeña de Manejo de Emergencias están coordinando la entrega de suministros básicos, incluyendo alimentos, agua potable y refugio temporal para los miles de desplazados.

Un fenómeno que refleja el impacto del cambio climático en el Caribe

Científicos del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos señalan que Melissa se ha convertido en un ejemplo claro de cómo el aumento de las temperaturas oceánicas está intensificando la fuerza y velocidad de formación de los ciclones tropicales. En solo cuatro días, la tormenta pasó de ser una depresión tropical a un poderoso huracán de categoría 5, alimentado por aguas superficiales que superan los 30 grados Celsius.

La climatóloga jamaicana Marsha Taylor advirtió que este tipo de fenómenos podrían volverse más frecuentes: “Los océanos más cálidos actúan como combustible. Cada grado adicional de temperatura incrementa la energía disponible para los huracanes, lo que significa vientos más fuertes y lluvias más intensas”. Además, recordó que el Caribe enfrenta una creciente vulnerabilidad debido a la deforestación, la expansión urbana sin planificación y la insuficiente infraestructura de drenaje en las zonas costeras.

Este escenario coincide con los pronósticos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), que advierte un incremento en la frecuencia e intensidad de los huracanes en la región. En respuesta, países vecinos como Haití, República Dominicana y Cuba mantienen sus sistemas de alerta activos ante la posibilidad de que los remanentes de Melissa afecten sus territorios con lluvias torrenciales y marejadas ciclónicas en los próximos días.

¿Cómo se prepara la región para un futuro de huracanes más intensos?

El desastre causado por Melissa ha reavivado el debate sobre la preparación y la resiliencia de los países del Caribe frente a las emergencias climáticas. Expertos en gestión de riesgos sostienen que la región necesita fortalecer su infraestructura, mejorar los sistemas de alerta temprana y destinar mayores recursos a la educación comunitaria sobre prevención de desastres. “No basta con reaccionar; hay que anticiparse”, afirmó José Miguel Torres, especialista del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Kingston.

Los esfuerzos de reconstrucción, advierte el gobierno jamaicano, requerirán una inversión millonaria y apoyo internacional sostenido. Mientras tanto, cientos de familias permanecen en refugios temporales, temerosas de regresar a sus hogares destruidos. La Organización Meteorológica Mundial recordó que la temporada de huracanes aún no ha terminado y que las condiciones actuales podrían dar lugar a nuevos sistemas en las próximas semanas.

El paso del huracán Melissa deja una lección dolorosa pero urgente: el Caribe necesita adaptarse a una nueva realidad climática. Las comunidades más vulnerables son las que pagan el precio más alto, y su recuperación dependerá no solo de la ayuda inmediata, sino también de políticas sostenibles que refuercen la capacidad de respuesta ante futuros desastres. La pregunta que queda en el aire es inevitable: ¿podrá la región aprender de esta tragedia antes de que llegue la próxima tormenta?

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