El reciente accidente de autobús en Porté-Puymorens, Francia, que dejó dos muertos y varios heridos, ha sacudido a la comunidad internacional, especialmente a Colombia, pues 32 de los pasajeros eran de nacionalidad colombiana. El conductor, de 50 años, se encuentra en prisión provisional tras confirmarse que dio positivo en cocaína y que viajaba con el tacógrafo del vehículo desactivado. Las circunstancias del caso han generado indignación y preocupación por las condiciones de seguridad de los viajes internacionales.

Un viaje marcado por la negligencia y el riesgo

Según informó la Fiscalía de Marsella, las primeras investigaciones apuntan a que el conductor había consumido cocaína en las horas previas al accidente, algo confirmado por el análisis de benzoilecgonina (BZE), el principal metabolito de esta sustancia. Este hallazgo refuerza la acusación de homicidio involuntario y lesiones involuntarias, agravada por la «violación deliberada» de las normas de seguridad que rigen el transporte de pasajeros.

El autobús, que inició su trayecto en L’Hospitalet de Llobregat el domingo, no solo tenía el tacógrafo desactivado —un dispositivo esencial para registrar la velocidad y los tiempos de conducción—, sino que tampoco había pasado la inspección técnica obligatoria. Estos factores, combinados con el posible consumo de estupefacientes, configuran un panorama de negligencia que pone en entredicho las prácticas de supervisión de algunas empresas de transporte.

Hipótesis de un fallo mecánico y testimonios de los pasajeros

Además de los factores humanos, la investigación baraja la hipótesis de un fallo mecánico, especialmente en el sistema de frenos, como una de las posibles causas del accidente. El autobús ya había presentado problemas técnicos durante el viaje de regreso desde Pas de la Casa, en Andorra, hacia Barcelona. Según testigos, poco antes del accidente, el vehículo experimentó un incidente que pudo haber alertado al conductor sobre un mal funcionamiento.

Los pasajeros, muchos de los cuales eran colombianos que regresaban de un viaje recreativo, describieron momentos de pánico cuando el autobús perdió el control en una carretera montañosa. Los primeros informes indican que el conductor intentó maniobrar sin éxito antes de que el vehículo se saliera del camino, lo que resultó en un saldo trágico de dos víctimas mortales y decenas de heridos.

Responsabilidades y el debate sobre la seguridad en el transporte

Este accidente ha reavivado el debate sobre la seguridad en los servicios de transporte de pasajeros. Aunque las autoridades francesas y andorranas exigen estrictas normativas de mantenimiento y operación, el caso evidencia fallas en la implementación y supervisión de dichas normas.

El hecho de que un conductor con un historial tan grave de incumplimientos —como desactivar el tacógrafo y consumir sustancias prohibidas— estuviera al frente de un autobús lleno de pasajeros, genera dudas sobre el control que ejercen las empresas de transporte y las instituciones reguladoras. Los familiares de las víctimas y los heridos han pedido una investigación exhaustiva para determinar no solo la responsabilidad del conductor, sino también la de la empresa operadora del autobús.

Impacto en la comunidad colombiana

Para Colombia, este accidente tiene un impacto significativo debido a la alta cantidad de connacionales involucrados. El Consulado de Colombia en Barcelona ha activado protocolos de emergencia para asistir a las familias de las víctimas y a los sobrevivientes heridos. Según informaron las autoridades consulares, muchos de los colombianos afectados eran turistas o residentes en España que buscaban un descanso en Andorra.

Mientras tanto, los ciudadanos colombianos en el exterior han manifestado su preocupación por las condiciones de seguridad en los servicios de transporte que conectan destinos turísticos en Europa. Este caso podría motivar a las autoridades colombianas a revisar las normativas que aplican a las empresas que ofrecen servicios a sus ciudadanos en el extranjero.

¿Qué sigue para el caso?

El conductor enfrentará un juicio por los cargos de homicidio involuntario y lesiones, con penas agravadas por el consumo de drogas y la omisión de las normas de seguridad vial. A medida que avance la investigación, se espera que salgan a la luz más detalles sobre el estado técnico del autobús y las posibles fallas de la empresa operadora.

Este trágico suceso plantea preguntas sobre la supervisión de las compañías de transporte y la eficacia de los controles preventivos en viajes internacionales. ¿Podrá este caso servir como un llamado de atención para mejorar las regulaciones y garantizar la seguridad de los pasajeros? Solo el tiempo y las acciones de las autoridades lo dirán.


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