El municipio de Cajicá vivió una jornada cargada de dolor y unión comunitaria al despedir a Valeria Afanador, la menor cuyo caso conmovió a todo el país. Una multitudinaria caravana acompañó su féretro en un acto simbólico que reunió a familiares, amigos, vecinos y ciudadanos que siguieron de cerca los 18 días de búsqueda. La despedida se convirtió en un homenaje colectivo, donde el silencio y las flores reemplazaron las palabras, mostrando la magnitud de la huella que dejó la niña en la comunidad.

Al evento asistieron también los integrantes del cuerpo de rescatistas que participaron incansablemente en las labores de rastreo. Su presencia no solo rindió tributo a Valeria, sino que evidenció el esfuerzo y la entrega de quienes trabajaron día y noche por encontrarla. La caravana no fue solo un acto de duelo, sino una expresión de solidaridad y de agradecimiento hacia todos los que apoyaron la búsqueda.

El recorrido de la caravana en Cajicá

La caravana inició en la casa de la familia Afanador y recorrió las principales calles del municipio. Vecinos y ciudadanos se unieron espontáneamente, llevando flores blancas y velas, símbolos de pureza y esperanza. Cada esquina se llenó de aplausos y oraciones, mientras el féretro avanzaba en medio de un profundo silencio interrumpido únicamente por cantos religiosos y mensajes de consuelo.

El acompañamiento reflejó la fuerza de una comunidad que se resistía a dejar ir a Valeria sin rendirle un último homenaje. Comerciantes cerraron sus negocios durante algunos minutos, los colegios realizaron pausas simbólicas y varias familias colgaron banderas blancas en sus balcones. El ambiente fue de respeto absoluto, marcado por la tristeza, pero también por la unión que genera el dolor compartido.

El reconocimiento a los rescatistas

Durante el acto, los rescatistas recibieron muestras de gratitud por parte de la comunidad y de los familiares de Valeria. Su compromiso fue recordado como un ejemplo de entrega y humanidad. Durante 18 días, brigadas de bomberos, Defensa Civil y voluntarios se desplegaron por zonas rurales, quebradas y montañas en busca de pistas que permitieran dar con el paradero de la menor.

El homenaje incluyó un minuto de silencio dedicado a todos aquellos que participaron en la búsqueda. Para muchos, la despedida de Valeria también fue una forma de reconocer el trabajo silencioso y arriesgado que realizan los equipos de emergencia en situaciones de crisis. “Ellos no solo buscaron a Valeria, también acompañaron a la familia en su dolor”, expresó uno de los asistentes.

La caravana se convirtió así en un doble acto: una despedida a la niña y un reconocimiento a la resiliencia y valentía de quienes no descansaron hasta el último momento.

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