Credit: Fotomontaje El Expreso

Archivos de: Carlos Alfonso Victoria, Carolina Arias Hurtado, Juana González, Paola Cosme Y Grupo Defensa Bosque de Álamos.

La imagen es cruel, dolorosa y real, es el pan de cada día para estas criaturas de la naturaleza y está pasando acá en Pereira, en Pinares, el desconcierto es evidente, las piedras son la huella de varias quebradas que secaron, no hay árboles y un rastrojo es lo que tiene este zorro (que vemos desubicado), mientras las máquinas a su alrededor siguen su avance destructor en esta, una «zona de protección», todo a menos de 15 metros de la obra.  

Sigue el calvario del destierro y acorralamiento para la fauna que aún sobrevive en el Bosque de Álamos y el corredor de Pinares. Cada que vemos máquinas derribando árboles, secando quebradas y moviendo tierra, ellos sufren, los condenan al exilio, en muchos casos los grupos familiares destruidos, vagando sin rumbo, buscando un hogar que ya no está, expuestos al peligro, pierden el temor de la cercanía del hombre porque puede más el hambre que el instinto de conservación y ya de manera acelerada desaparece su especie. 

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El hambre les hace perder el miedo y se aventuran a ser ya parte del vecindario de Álamos y Pinares cada tarde y cada noches. Es normal verlos vagar.  

Antier derribaron una gran parte de este lote  

En su desespero al ver como derribaron los árboles donde vivían, las iguanas se metieron bajo los carros y en las terrazas de edificaciones vecinas  

Siguen construyendo  avenidas, edificios  donde antes había vida, sepultando muchos ecosistemas mientras callados e impávidos asistimos al fin de estas especies sin pensar que es el final de la nuestra también. Cada uno de ellos aportan partes importantes para el equilibrio medioambiental y natural.  

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