El presidente Donald Trump firmó una nueva orden ejecutiva que duplica los aranceles al acero y al aluminio, pasando del 25% al 50%, con el objetivo declarado de “asegurar el futuro de la industria siderúrgica estadounidense”. La medida, que entra en vigor este miércoles, marca un nuevo capítulo en la política proteccionista de Estados Unidos, encendiendo las alarmas entre productores, exportadores y aliados comerciales.

Los nuevos impuestos afectan a metales fundamentales para múltiples sectores industriales, desde la fabricación de automóviles hasta la producción de alimentos enlatados. Esta es la segunda subida de aranceles desde marzo, y aunque busca blindar la producción local, ha generado fuertes críticas por su posible impacto negativo en el comercio internacional y la economía global.

Consecuencias inmediatas: incertidumbre e inversión paralizada

Para muchas empresas que dependen de la importación de acero, la noticia ha caído como un balde de agua fría. Rick Huether, director ejecutivo de Independent Can Co, empresa con sede en Maryland que importa acero de Europa para fabricar latas decorativas y otros productos, afirmó que la incertidumbre ha llevado a paralizar nuevas inversiones. “Hay mucho caos”, declaró, preocupado por la migración de sus clientes hacia alternativas como el plástico o el cartón, más baratas y estables.

A pesar de los esfuerzos de la Casa Blanca por justificar la medida como una estrategia de protección industrial, varias compañías ya temen que el aumento de costos provoque una pérdida de competitividad, tanto en el mercado interno como en el exterior. Las tarifas elevadas pueden afectar no solo a grandes corporaciones, sino también a pequeñas y medianas empresas que dependen de insumos extranjeros.

Exenciones, represalias y tensiones con aliados

En medio del endurecimiento de la política comercial, Reino Unido logró una exención que mantiene los aranceles sobre su acero y aluminio en un 25%, como parte de las negociaciones bilaterales con Washington. Esta excepción ha despertado preguntas sobre la verdadera intención de Trump: ¿se trata de una táctica de presión o de un plan estructural a largo plazo?

El antecedente no es menor. Durante su primer mandato, Trump ya había invocado una ley que le permite imponer aranceles bajo el argumento de seguridad nacional. Entonces, estableció tarifas del 25% para el acero y del 10% para el aluminio. Aunque posteriormente se concedieron exenciones a ciertos países aliados, estas fueron revocadas en marzo, tras manifestar su insatisfacción con la debilidad de las protecciones.

“Nadie va a eludir eso”, afirmó el mandatario durante un mitin en una fábrica de acero, refiriéndose al nuevo arancel del 50%. “Con el 25%, pueden saltar esa barrera. Con el 50%, ya no pueden saltarla”. Estas declaraciones reflejan la determinación de Trump de forzar a las empresas estadounidenses a comprar exclusivamente a proveedores locales, independientemente del impacto internacional.

Impacto en las importaciones y producción nacional

Estados Unidos es el segundo mayor importador de acero del mundo, después de la Unión Europea. Según datos del gobierno, su principal suministro proviene de Canadá, Brasil, México y Corea del Sur, países que podrían sufrir las consecuencias directas de esta medida. Las cifras del Instituto Estadounidense del Hierro y el Acero muestran que hasta mayo, las importaciones y la producción de acero crudo habían variado poco en relación con el año anterior. Sin embargo, las importaciones de abril cayeron un 17% en comparación con marzo, anticipando una tendencia a la baja más marcada con el nuevo arancel.

Para los socios comerciales de Washington, este anuncio representa una nueva provocación que podría escalar en forma de represalias arancelarias, afectando otros sectores económicos y debilitando alianzas históricas.

¿Hasta dónde llegará la guerra de aranceles impulsada por Trump? Con este nuevo aumento, se reabre el debate sobre los límites del proteccionismo económico en un contexto global interconectado, donde las reacciones pueden ser tan severas como las decisiones que las provocan.

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