La historia de la carrera espacial se escribe con avances tecnológicos y logros simbólicos que van más allá del cielo. Ya hemos hablado de misiones innovadoras y del protagonismo que algunas celebridades han adquirido en iniciativas privadas. Pero este lunes, Blue Origin nos regaló una imagen que hasta hace poco parecía sacada de una película de ciencia ficción: una cápsula espacial completamente tripulada por mujeres, elevándose por encima de los 100 kilómetros de altitud.

La misión NS-31 no solo llevó al borde del espacio a figuras mediáticas como Katy Perry y Lauren Sánchez, sino que nos invitó a mirar el cosmos con otros ojos: los de una generación que quiere igualdad también entre estrellas. En apenas diez minutos, el cohete New Shepard despegó, cruzó la línea de Kármán, y regresó a la Tierra con la promesa de que el espacio, también, es territorio de ellas.

Un equipo estelar: mujeres que miran al espacio desde nuevas alturas

El vuelo fue breve, pero cargado de simbolismo. Despegó desde el oeste de Texas a las 8:30 a.m., y permitió que sus seis pasajeras experimentaran la ingravidez y la impresionante vista de la curvatura terrestre. Más allá de Katy Perry, quien se refirió a la experiencia como una inspiración para su hija Daisy, y Lauren Sánchez, periodista y prometida de Jeff Bezos, el equipo estuvo compuesto por figuras igual de relevantes.

Gayle King, reconocida presentadora estadounidense, compartió asiento con Aisha Bowe, ingeniera aeroespacial y exintegrante de la NASA, que encarna el cruce entre ciencia y representación. A ellas se unieron Amanda Nguyen, activista y científica conocida por su lucha por los derechos de las sobrevivientes de abuso sexual, y Kerianne Flynn, una productora comprometida con visibilizar historias femeninas en medios audiovisuales.

Esta alineación no es menor. Es la primera vez desde 1963, cuando Valentina Tereshkova se convirtió en la primera mujer en volar sola al espacio, que una misión se compone exclusivamente por mujeres. Lo que antes fue una excepción soviética, hoy es una declaración con acento global.

Tecnología automática y aterrizaje perfecto: el legado de New Shepard

El cohete New Shepard, automatizado y sin necesidad de pilotos humanos, funcionó sin inconvenientes. Durante el ascenso, la cápsula se separó del propulsor y descendió suavemente gracias a un sistema de paracaídas y retropropulsión.

Esta eficiencia técnica es crucial para Blue Origin, que desde 2021 ha llevado a más de 50 personas al espacio en vuelos suborbitales. Su visión es clara: convertir los viajes espaciales en una experiencia accesible, segura y emocionante para personas comunes —aunque, claro, de momento sean celebridades las que se suben primero.

El propio Jeff Bezos estuvo presente en la plataforma de lanzamiento, acompañando a las pasajeras y siendo testigo de un momento histórico. También se vieron rostros conocidos como Oprah Winfrey, Kris Jenner y Khloé Kardashian, reforzando el componente mediático que, en esta nueva era espacial, parece ir de la mano con el progreso científico.

¿Será este el inicio de una nueva era de turismo espacial liderada por mujeres?

Mientras SpaceX, liderada por Elon Musk, se concentra en misiones más largas y de mayor envergadura como el viaje a Marte, Blue Origin apuesta por consolidarse como el referente en vuelos turísticos. Su próximo gran paso es el cohete New Glenn, diseñado para alcanzar órbitas más altas y prolongadas.

La misión NS-31 no es solo una anécdota glamorosa. Es un hito cultural. En un mundo donde la representación importa, ver a seis mujeres —diversas en origen, profesión y edad— viajando al espacio tiene un poder transformador.

¿Qué sigue ahora? ¿Veremos una democratización real del espacio? ¿Podrán niñas de todo el mundo soñar con un futuro entre las estrellas sin que el género sea un obstáculo? Si la NS-31 nos enseñó algo, es que ya no estamos hablando de ciencia ficción, sino de presente con perspectiva de futuro.

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