Desplome de edificio en Barranquilla: una noticia que sacude a Colombia. El derrumbe de una estructura de seis plantas, que ya contaba con antecedentes de riesgo, cobró la vida de una mujer de 63 años y dejó a la ciudad en alerta.

El hecho ocurrió en la mañana del jueves 28 de noviembre, cuando el edificio residencial, ubicado en un sector vulnerable, se desplomó. Equipos de búsqueda y rescate de las Fuerzas Militares, en coordinación con habitantes de la zona, lograron salvar a cuatro niños que quedaron atrapados entre los escombros. Según informaron las autoridades, hasta el momento no hay reportes de más desaparecidos.

Lo que más inquieta a la comunidad y a las autoridades es el hecho de que este edificio ya había sido señalado como una construcción peligrosa. Según reportes de medios locales, desde el año 2010 existían alertas por deslizamientos del terreno que amenazaban la estabilidad de la edificación. Sin embargo, al parecer, estas advertencias no se tradujeron en acciones concretas para prevenir el colapso.

Fotografías y videos difundidos por las Fuerzas Militares muestran a uniformados, junto a equipos caninos, buscando entre los restos de concreto. A su lado, vecinos y civiles también se unieron en la tarea, ayudando a evacuar a los sobrevivientes y aportando a la remoción de los escombros. Este tipo de colaboración pone de manifiesto la solidaridad que caracteriza a las comunidades en situaciones de crisis, pero también resalta la necesidad de una gestión preventiva más efectiva.

A pesar del operativo exitoso de rescate, que logró salvar vidas, surgen serias dudas sobre las acciones de las autoridades locales. ¿Qué ocurrió en los últimos 14 años desde la primera advertencia? ¿Por qué no se ordenó el desalojo preventivo ni se intervino el edificio? Estas preguntas resuenan en las calles de Barranquilla, mientras los vecinos expresan su preocupación por otras construcciones que puedan estar en riesgo.

La oficina de prensa de las Fuerzas Militares confirmó que el cuerpo de la mujer fallecida fue encontrado gracias a los perros especializados en rescate. Su identidad no ha sido divulgada oficialmente, pero su pérdida representa un golpe para una comunidad que ha vivido años en la incertidumbre.

Hasta el momento, la Alcaldía de Barranquilla no ha emitido un comunicado detallado sobre el caso, limitándose a anunciar que iniciará una investigación para determinar las causas exactas del derrumbe. Por otro lado, el equipo de gestión de riesgos trabaja en la evaluación de otras edificaciones del sector para evitar tragedias similares.

La tragedia de Barranquilla no es un caso aislado. En Colombia, numerosas ciudades enfrentan retos relacionados con el crecimiento urbano descontrolado, la falta de supervisión técnica en las construcciones y los riesgos geológicos. Pereira, por ejemplo, ha vivido situaciones similares en zonas afectadas por deslizamientos de tierra y problemas estructurales. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿qué tan preparadas están nuestras instituciones para identificar y atender riesgos antes de que ocurran desastres?

Mientras se espera que las investigaciones aclaren los factores específicos que llevaron a esta tragedia, lo que queda claro es que la prevención debe convertirse en una prioridad. ¿Serán suficientes estas lecciones para que las autoridades actúen de forma contundente en otros casos similares?


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