El expresidente Álvaro Uribe volvió a estar en el centro de la polémica judicial en Colombia tras su reacción en una reciente audiencia ante la jueza 44 de conocimiento. Uribe, visiblemente molesto, exigió garantías para ejercer su defensa sin trabas en el proceso por soborno a testigos que lo involucra desde hace años. En su intervención, manifestó que sus derechos no están siendo respetados en este caso, lo que pone en riesgo no solo su defensa, sino también, según él, la confianza en la justicia colombiana.

«Me parece que en este proceso hay un daño que, si la justicia colombiana no corrige, será irreparable tanto para la justicia como para mí. Continuar adelante negándome el acceso a las pruebas es una violación a mis derechos. Me retiro, señora juez», dijo el expresidente antes de abandonar la audiencia.

Uribe, en una muestra de frustración, evitó responder si se declaraba inocente o culpable: «Ay, señora, ay, señora juez, por Dios. ¿Por qué me está llevando a esta etapa? Usted sabe cuál sería mi respuesta», comentó antes de retirarse del recinto.

La negativa de la jueza y el conflicto de derechos

El conflicto surgió cuando la jueza 44 rechazó la solicitud del abogado de Uribe, Jaime Granados, quien había pedido un aplazamiento de la diligencia para revisar más a fondo las pruebas. La defensa argumentaba que necesitaba tiempo para analizar material clave, como evidencia forense obtenida del computador y celular de Juan Guillermo Monsalve, testigo clave de la Fiscalía. Monsalve ha sido un personaje crucial en el proceso, ya que se le acusa de haber sido presionado para cambiar su versión en favor de Uribe.

Granados solicitó un plazo de siete días para revisar estos elementos, entre los cuales se destacan dos videos grabados con un reloj espía que pertenecía a Monsalve. Según la defensa, estos videos son esenciales para esclarecer lo sucedido y permitirían desmontar las acusaciones contra Diego Cadena, exabogado de Uribe, quien es señalado de haber presionado a exparamilitares para que dieran testimonio a favor del expresidente.

Sin embargo, la jueza negó la solicitud de aplazamiento, alegando que el proceso de descubrimiento de pruebas ya había concluido, y sugirió que el pedido de la defensa podía interpretarse como una estrategia dilatoria para retrasar el juicio. Esta decisión fue inmediatamente impugnada por Granados mediante un recurso de queja.

El papel de Diego Cadena y las acusaciones de la Fiscalía

El abogado Diego Cadena ha sido una figura central en este caso. Según la Fiscalía General de la Nación, fue Cadena quien se encargó de buscar a varios exparamilitares encarcelados para que modificaran su testimonio y aseguraran que el senador Iván Cepeda les había ofrecido beneficios a cambio de incriminar a Uribe en actividades relacionadas con el paramilitarismo.

La versión de Cadena y los videos obtenidos del dispositivo de Monsalve son puntos neurálgicos en este juicio. De demostrarse que Monsalve fue manipulado o que su testimonio fue forzado, la defensa de Uribe ganaría terreno. Sin embargo, hasta ahora, las pruebas siguen sin ser concluyentes, y el expresidente insiste en que todo este proceso es parte de una persecución política orquestada por sus adversarios.

Uribe ha señalado repetidamente al senador Iván Cepeda, al Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, al exfiscal Eduardo Montealegre y a Juan Guillermo Monsalve como parte de una conspiración para desprestigiarlo. «He sido víctima de un daño reputacional causado por mis adversarios políticos. Yo, que le he servido a este país con honradez, he sufrido una campaña en la que han participado el doctor Iván Cepeda, sus abogados, el Colectivo de Abogados, el doctor Montealegre, Juan Guillermo Monsalve, entre otros», declaró Uribe en una audiencia pasada.

¿Persecución política o búsqueda de justicia?

El expresidente sostiene que toda la acusación en su contra forma parte de una estrategia para desacreditarlo ante la opinión pública. «Todo esto me ha dejado con apenas un 19% de aprobación en las encuestas. Eso sí es un daño reputacional, un daño al buen nombre de la mayor gravedad», lamentó Uribe durante una de las audiencias anteriores. Este desgaste en su imagen pública ha sido uno de los principales argumentos de Uribe para defender su inocencia y denunciar que está siendo víctima de un proceso judicial sesgado.

La pregunta que queda en el aire es si este caso será visto finalmente como un ejemplo de la justicia alcanzando a figuras de alto poder o como un episodio en que un líder político, que transformó a Colombia, se ve atrapado en una maraña de acusaciones y enemistades políticas.

La expectativa ante el desarrollo del juicio

A medida que avanza el juicio, las tensiones entre la defensa de Uribe y las autoridades judiciales continúan aumentando. Queda por verse si las pruebas solicitadas por la defensa tendrán el impacto que esperan y si Uribe logrará que el caso sea archivado o, por el contrario, enfrentará una condena. Lo cierto es que este proceso sigue dividiendo a Colombia, con sectores que lo apoyan y otros que exigen que la justicia siga su curso sin privilegios.


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