El Tapón del Darién, una de las zonas más inhóspitas y peligrosas del continente, ha vuelto a ser el foco de atención tras un megaoperativo llevado a cabo por las autoridades panameñas. En esta ocasión, el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) descubrió un gigantesco campamento clandestino utilizado por migrantes que, en su mayoría, intentan llegar a Estados Unidos. El hallazgo se realizó en una zona remota conocida como Dos Bocas, entre los ríos Tacartí y Membrillo, en el marco de la Operación ‘Arcángel Miguel’, que contó con la colaboración del Ministerio Público y el Ministerio de Ambiente de Panamá.

Un campamento sofisticado en medio de la selva

El campamento encontrado no es un refugio improvisado; por el contrario, estaba sorprendentemente bien equipado y organizado, lo que revela la magnitud de las operaciones ilegales en la región. De acuerdo con el Senafront, el lugar albergaba decenas de chozas que ofrecían víveres y servicios a los migrantes de manera clandestina. Lo más llamativo fue el uso de tecnología avanzada, incluyendo antenas satelitales Starlink, que permitían una conexión a internet en medio de la selva. Esta infraestructura es una clara indicación de que las economías ilícitas que operan en el Darién están bien financiadas y organizadas, explotando la desesperación de los migrantes para obtener grandes beneficios.

La operación involucró a aproximadamente 150 agentes del Senafront y resultó en la confiscación de varios equipos, incluidos botes y plantas eléctricas, además de la mencionada tecnología satelital. Este descubrimiento resalta no solo la escala de las operaciones ilegales en la región, sino también el nivel de sofisticación con el que estas economías funcionan.

La economía ilegal que explota el sufrimiento

El Tapón del Darién ha sido durante años un paso obligado para miles de migrantes que, en su mayoría, provienen de América del Sur y buscan llegar a Norteamérica. Este corredor natural, sin embargo, es también un terreno fértil para las economías ilegales que lucran con la desesperación de aquellos que cruzan sus peligrosas rutas. El Senafront ha señalado que en estos campamentos clandestinos no solo se ofrecen servicios básicos, sino que también se llevan a cabo actividades criminales como prostitución, tráfico de drogas y extorsión.

Estas economías ilícitas están estrechamente vinculadas a grupos criminales que operan en la región, como el Clan del Golfo, una organización criminal colombiana que ha extendido su influencia a través de la frontera. Según las autoridades panameñas, este campamento es solo una pieza más en la compleja red de actividades delictivas que se desarrollan en la selva del Darién. Jorge Gobea, director del Servicio Nacional de Protección Civil (Sinaproc), ha subrayado que lo que ocurre en estos campamentos refleja la metodología utilizada por el Clan del Golfo en Colombia, donde ellos establecen las reglas, los precios y las actividades de los migrantes.

Un problema en crecimiento

El descubrimiento de este campamento en Dos Bocas no es un incidente aislado. Hace apenas un mes, otros 30 campamentos fueron desmantelados en una zona cercana, también en territorio Emberá. La constante aparición de estos asentamientos ilegales evidencia el creciente problema que representa la migración irregular a través del Darién, así como la necesidad de que las autoridades panameñas refuercen sus estrategias de seguridad en la región.

El Gobierno panameño ha implementado diversas medidas preventivas, como la construcción de cercas en la selva para canalizar el flujo migratorio y la implementación de un plan conjunto con Estados Unidos para la repatriación de aquellos que cruzan la selva. Sin embargo, la complejidad y la peligrosidad de la región hacen que este sea un desafío continuo y de gran envergadura.

El hallazgo de este campamento plantea una pregunta inquietante: ¿hasta dónde llegarán las economías ilícitas y los grupos criminales para seguir explotando la desesperación de los migrantes en su camino hacia el norte?


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