Estaba en un café. A pesar de que parecía muy tranquila, tomando un latte, y mis ojos, como otras veces, estaban fijos en algún punto invisible de la calle, mi mente, por el contrario, era un motor que nunca se apagaba. Estaba cansada de vivir no en el martes, sino en el viernes venidero,  en el próximo mes (la factura) y en el año pasado (el error que cometí). Me di cuenta que no estaba viviendo; estaba perpetuamente ensayando la catástrofe.

Si la ansiedad fuera un árbol, serían sus ramas agitándose sin control al viento. La pregunta que la psicología y la espiritualidad responden juntas es: ¿dónde echamos raíces para que ese viento, aunque sople, no nos derribe?

El patrón que seguimos siempre es pensar que la solución está en cortar las ramas (dejar de pensar). La verdadera calma viene de fortalecer lo que está bajo tierra: nuestra vida espiritual.

Cuando hablamos de espiritualidad como un escudo contra el pánico, no hablamos de ir a un templo (en algunas ocasiones ha servido un montón). Hablamos de encontrarle un sentido firme a este instante. La espiritualidad es el acto profundo de anclar nuestra conciencia en algo inamovible.

Esta Raíz Interior, sin embargo, no es un concepto pasivo. Trabaja para usted, para todos, de maneras concretas.  Enfoquémonos en tres:

La Sabiduría del Horizonte

La ansiedad es intrínsecamente miope: solo puede ver el metro cuadrado de problema que tiene enfrente. La práctica espiritual, por el contrario, nos da el horizonte. Nos enseña que la vida tiene ciclos, que las tormentas pasan, y que su yo de hoy no tiene que pagar las deudas del yo de ayer. Esto se llama Trascendencia; la capacidad de elevarnos por encima del drama diario y ver el patrón completo.

Cuando sienta que el problema es del tamaño de una montaña, haga el ejercicio más simple: desplácese mentalmente seis meses en el futuro y pregúntese qué queda de esta preocupación. El simple cambio de perspectiva le roba poder al miedo.

La Certeza del Suelo Bajo tus Pies

La mente ansiosa salta entre el pasado y el futuro, pero la raíz siempre está en el presente. Si queremos romper el ciclo de preocupación, debemos forzar nuestro ser a volver a la única verdad innegable: está aquí y ahora, y está seguro.

Una técnica fundamental que usan los terapeutas para el enraizamiento (grounding) es tan sencilla como respirar y nombrar cinco cosas que ve a su alrededor. Sienta el peso de su cuerpo en la silla. Oiga el ruido que viene de la calle. Traer los sentidos a este instante desactiva la alarma de peligro que nuestro cerebro ha encendido. Esta es su práctica espiritual diaria: honrar el presente.

El Coraje de Soltar

El control es una ilusión. La ansiedad es la lucha desesperada por gestionar cada variable de un universo que es fundamentalmente caótico. La espiritualidad nos ofrece el antídoto: Confianza Radical. Es una entrega consciente que nos dice: «He hecho mi parte, y ahora lo que no me toca a mí lo entrego al proceso, a Dios o al universo».

Este acto no es pasividad; es inteligencia emocional. Significa que ya no gasta su valiosa energía en rumiar lo que ya pasó, sino que la invierte en las acciones que sí puede ejecutar hoy. Soltar el control del resultado es el mayor acto de fe en usted mismo y en la vida.

La vida seguirá soplando vientos, pero cuando su espíritu echa raíces, usted no se dobla. Se vuelve más fuerte, más firme y, sobre todo, profundamente tranquilo.CLAUDIA ESPERANZA CASTAÑO MONTOYALíderEmociónyEspíritu Mass Media es la expresión multimedia de la misión de conexión Emocional y Espiritual de la Fundación Ok Futuro

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