No tengo muchos seguidores en redes sociales y mis publicaciones normalmente no superan las 3 mil vistas. Sin embargo, esta semana un video en mi red tik tok alcanzó las 350 mil vistas. El tema: una opinión que di sobre el caso de infidelidad por parte de la pareja de un policía de la SIJIN, quien grabó el momento en el que llega a su casa y encuentra a su novia o -ex novia- Sara, en compañía de otro policía.
La verdad es que poco me interesé en los detalles de la pareja, pero si llamó mi atención la reacción de muchas personas que esperaban que el policía le hubiera pegado a Sara. Y fueron precisamente esos mensajes que justificaban la violencia contra las mujeres los que me motivaron a compartir mi reflexión y enviar un mensaje a todos los miembros de la Policía.
No mencionaré cifras, pero si el hecho: la violencia contra las mujeres y la violencia intrafamiliar son problemas que requieren acción y respuesta institucional seria y sobre todo sensibilización de su personal. Las instituciones son representadas por funcionarios y servidores públicos, de quienes se espera, sean conscientes de la problemática. Cuando esto no pasa, y peor aún, cuando los funcionarios tienen sus propios problemas de violencia de pareja, las mujeres violentadas prefieren no denunciar o no buscar ayuda, ya que ven en esos funcionarios, personas que las revictimizan justificando al maltratador. “Antes no le pegaron”, “Quien la manda a ser infiel”, “Antes mucho que no la desvivió”, leí muchas veces. Por cierto esa palabra “desvivió” no la conocía.
En las rutas de atención de violencia intrafamiliar o violencia contra las mujeres, el primer servidor público que entra en contacto con las víctimas, es en su mayoría, un policía. Si este no tiene formación en violencia de género o en casos extremos, también incurre en violencia hacia su pareja, muy seguramente la mujer que acude a su ayuda no se sentirá tranquila en la manera como es atendida.
Casos se ven en los que el mismo funcionario o servidor no toma en serio la versión de las mujeres golpeadas por “infielidad”. Aquí aplica una especie de solidaridad de cuerpo entre el maltratador y quien atiende el caso. De allí mi mensaje: “amigo policía, usted debe dar ejemplo. En caso de infidelidad de su pareja, no acuda a la violencia. No sólo usted pone en riesgo su carrera, también deja mal parada a su institución”.
El caso entre Sara y el policía afortunadamente no terminó en golpes, pero sí en la hospitalización de ella, como consecuencia del matoneo que provocó la viralización del video en las redes y que la llevó a atentar contra su vida. Muchas posiciones en este caso dejaron ver el camino largo por recorrer y que como sociedad nos falta para reducir la violencia contra las mujeres. Pareciera que la infidelidad fuera motivo para violentar.