Si la semana pasada aprendimos a invocar al Observador para poner distancia entre el caos y nuestra reacción, esta semana exploramos el motor que sostiene esa práctica: la valentía.

El Observador es un faro, pero seguir su luz requiere esfuerzo sostenido. Es en ese instante entre el estímulo y la respuesta donde reside nuestra última libertad. Y es ahí donde el ego, nuestro software de supervivencia, lanza su última y más fuerte defensa: la huida.

El ego, diseñado para evitar el dolor y la incomodidad, nos bombardea con la tentación de la distracción: el scroll compulsivo, la sobre-ingesta, la crítica externa, o la rumiación de la culpa. Su objetivo es que, ante el incendio interno, hagamos cualquier cosa menos sostener la mirada sobre el fuego.

El Coraje de Permanecer Inmóvil

La valentía genuina no es la acción ruidosa; es el acto de no huir. Es el coraje de permanecer inmóvil y consciente ante nuestra propia incomodidad.

¿Qué significa esto en la práctica?

  • Si sientes una oleada de ansiedad que te pide abrir el móvil, la valentía es dejar el móvil donde está y sentir la punzada.
  • Si el miedo al fracaso te paraliza, la valentía es nombrar ese miedo, sabiendo que no te define.
  • Si el juicio hacia un tercero te consume, la valentía es reconocer que ese juicio es una proyección de tu propia inseguridad, y detenerte antes de emitirlo.

Este acto de permanecer rompe la cadena reactiva que el ego tanto ama. Romper esa cadena se siente, paradójicamente, como una inmensa vulnerabilidad.

Vulnerabilidad: El Único Camino hacia la Aceptación

La investigadora Brené Brown nos ha enseñado que la vulnerabilidad no es una debilidad, sino la medida más precisa de nuestro coraje. El ego nos dice: «Protégete, usa tu perfección como escudo». Pero la valentía de sostener la mirada nos obliga a quitarnos esa armadura.

Al permanecer ante la incertidumbre, el riesgo y la exposición emocional —todos componentes de la vulnerabilidad—, demostramos que estamos eligiendo el crecimiento sobre la comodidad.

Sostener la mirada es la prueba de que estás eligiendo ser completo en lugar de ser perfecto. Esta vulnerabilidad, al ser aceptada e integrada, nos lleva naturalmente a soltar la necesidad de control.

La Rendición Consciente como Liberación

¿Y cuál es el resultado de esta valentía? La rendición consciente.

El psiquiatra Viktor Frankl, fundador de la Logoterapia, estableció que al ser humano se le puede arrebatar todo, menos una cosa: la libertad de elegir su actitud ante cualquier circunstancia. Al sostener la mirada (valentía), estamos eligiendo nuestra actitud: elegimos la aceptación radical en lugar de la lucha, el aprendizaje en lugar de la culpa.

Al rendirte, dejas de empujar el río. Abandonas la ilusión de que puedes controlar el destino y te concentras en elegir cómo respondes a ese destino. La paz emerge cuando dejamos de luchar contra lo que es. El ego se disuelve en esa rendición, porque su función (el control) se vuelve obsoleta.

Hemos logrado observar y hemos encontrado el coraje para sostenernos. 

La próxima semana exploraremos los patrones que se disuelven cuando somos valientes: la culpa y el exceso: el camino hacia la integración total.


CLAUDIA ESPERANZA CASTAÑO MONTOYA
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