En 1996, hace ya dos décadas, un líder de la derecha francesa criticó la inclusión de jugadores afro o caribe descendientes en la selección nacional de fútbol. Según él, era ‘artificial’ que jugadores, los cuales ni siquiera conocían el himno nacional, fueran considerados como parte del ‘equipo francés’. Hoy en día, son mayoría en esa selección y así se lo recordaron hace poco.
La derecha, por naturaleza conservadora, busca preservar las instituciones y valores establecidos. (Prefiere un equipo de fútbol compuesto únicamente por blancos). Ve la autoridad y estabilidad como garantías del orden social y utiliza los aparatos armados del estado como sus principales herramientas (paro nacional).
La derecha defiende una concepción liberal de la propiedad privada. Cree que cada individuo debería ser libre de acumular toda la riqueza que pueda y mantenerla para sí mismo. Por lo tanto, prioriza los derechos individuales sobre los colectivos, evade los derechos laborales y se opone a los sindicatos. Al mismo tiempo, aboga por la reducción del estado y la privatización de los servicios públicos, y hace lobby para recortar los impuestos. Se opone al aborto, llegando incluso a asesinar pro-abortistas. Está en contra de la inmigración, a menos que los inmigrantes sean extremadamente ricos. Prefiere tratar el consumo de drogas como un delito. Busca restringir los derechos de las minorías y oponerse a las leyes de igualdad y antidiscriminación. No es sorprendente que priorice el crecimiento económico sobre la protección del medio ambiente (¿¡Cuales árboles!? ¡primero la avenida!)
En el otro extremo, tenemos la izquierda. Defiende el derecho al aborto y la migración. Apoya la legalización del consumo de drogas y ve la propiedad colectiva o estatal como la solución a la pobreza. Aboga por el aumento del gasto social y la inversión pública, financiados por un aumento de los impuestos. Se opone a cualquier forma de privatización, defiende los derechos de los trabajadores y los sindicatos –así encuentre corrupción- y acata las leyes siempre que le convengan (coff coff). En general, la izquierda es más amiga de los derechos que de los deberes ciudadanos ¿cierto?.
Y así, en ese gran circo nos quieren mantener entre dos extremos: la derecha, atrapada en un sueño nostálgico de un pasado idealizado, y la izquierda, muchas veces más interesada en desmantelar el presente que en construir el futuro. La derecha, con su amor por la propiedad privada olvida que no puedes llevarte tus riquezas contigo cuando te vas. Y la izquierda, con su pasión por la propiedad colectiva, olvida que no todos quieren compartir sus juguetes (o sus Ferragamo). La derecha dice: «¡Mantén tus manos fuera de mi billetera!» La izquierda responde: «¡Pero necesitamos tu dinero para construir un mundo mejor!» Y mientras tanto, la MAYORÍA, nos preguntamos ¿por qué no puede haber un término medio?
La polarización política nos ofrece una falsa dicotomía: o eres de derecha o de izquierda. ¿Blanco o Negro? Pero la realidad es que la MAYORÍA estamos en algún lugar en medio: ¡Colores! No somos ni completamente conservadores ni completamente progresistas. Tenemos nuestras propias ideas y creencias, y casi nunca encajan en los polos que nos ofrecen. Entonces, ¿cuál es la alternativa? Tal vez sea hora que dejemos de etiquetarnos a nosotros y a los demás, de ver la política como un juego de ganar o perder, y comencemos a verla como una oportunidad para aprender, crecer y encontrar soluciones que beneficien a todos, o al menos, a las mayorías. Así que la próxima vez que te encuentres atrapado en un debate, recuerda: Puedes tomar lo mejor de ambos mundos y crear tu propio camino. Después de todo, la verdadera sabiduría no se encuentra en los extremos, sino en el equilibrio… sigue EL CENTRO.
ÑAPA: 7 reflexiones https://x.com/OrlandoParraG/status/1812244870049763381
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