La política, como instrumento de retórica mundial, logra anudar ideales para desarrollar los intereses nacionales o individuales de sus gobernantes. Es dispensable que en el ejercicio de la diplomacia y las actuaciones de los líderes políticos está inmerso el diálogo como instrumento de dominación o concertación; de este modo el lenguaje, sus formas, tonos e intenciones deben ser explicitados o analizados para conocer los ideales o proyecciones de las comunidades representadas y los países.
El diálogo se enmarca en las estrategias de comunicación eficaces en el mundo, es a partir del lenguaje que se han construido proyecciones, compromisos o constituciones, siempre desde el común acuerdo que implica los puntos medios de las discusiones con intereses individuales y colectivos. Las estrategias de comunicación permiten que situaciones de tensión puedan llegar a una solución logrando el bien colectivo, siempre y cuando exista un común acuerdo político, económico, social, tecnológico o ambiental.
El poder se enmarca en los ideales, necesidades y proyecciones de los dirigentes para promover los intereses de su base social, desarrollar diagnósticos, solucionar necesidades y defender poderes económicos: aspectos que necesitan del diálogo, la comunicación verbal y no verbal, en lo cual influye los componentes emocionales que afectan la retórica y permea la capacidad de disertar de manera racional por el bien común lo cual implica no solo defender las bases sociales, sino la comunidad que representa como líderes de los países que los eligieron para dirigir el rumbo de las naciones.
Se debe comprender que la comunicación política se encuadra en los saberes, compresiones, emociones, marcos políticos e ideológicos de los representantes, por lo general en un marco de polarización, por lo cual se debe comprender los momentos históricos, sociales, culturales, económicos y a quien se está dirigiendo el diálogo para elegir las palabras, frases, replicas y solicitudes que permitan el bien común. Entonces exigir a los representantes políticos que deben conocer no solo sus bases representadas, sino los intereses de las naciones debe permear desde los niveles sociales, hasta los niveles de gobierno donde se le habla al oído a los presidentes para que logren tomar decisiones, elegir las palabras, construir frases que se convierten en acciones promotoras del bienestar y la democracia como defensora del diálogo para mantener la representatividad y legitimidad mayoritaria.
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