La seguridad de la nación se debe a sus instituciones públicas, no solo de coerción, sino de legislación y control. Es así como los estamentos de seguridad nacional se deben desarrollar desde múltiples factores: sociales, económicos y jurídicos promulgando bienestar integral con el uso de la fuerza coercitiva desde el estado y disuasiva por parte de los ciudadanos regidos por leyes enmarcadas en el respeto a los deberes y derechos nacionales e internacionales.

Es imperante reconocer que la seguridad nacional por el histórico de violencia continuada desde hace 50 años obliga a la nación a realizar inversiones billonarias para fomentar la seguridad en cuanto a elementos físicos, tecnológicos, legislativos y educativos que sensibilicen las comunidades tanto urbanas como rurales a nivel nacional y fomente la confianza para desarrollar la vida en bienestar. Sin embargo, la seguridad no solo se ejerce por medio de la fuerza, se debe mantener por medio de la coerción, el uso privativo y responsable de las armas en el Estado de la mano con la sensibilización social. Lo anterior es pertinente para el desarrollo de la nación: confianza inversionista, legitimidad de las instituciones, aplicación de políticas sociales, proyectos productivos, lo cual impacta en la calidad de vida y la esperanza del país.

Lo anterior se debe construir y permanecer con entes de control que fomenten las buenas prácticas institucionales fomentando la confianza en los procesos internos de las instituciones públicas de seguridad nacional, esto se fomenta con acciones de sensibilización, evaluación y seguimiento tácito de los protocolos y procesos no solo internos, sino de selección del personal. Mientras la corrupción transversalice las instituciones de control militar, la seguridad perderá confianza y las instituciones públicas no podrán ejercer su desarrollo institucional de manera óptima para promulgar el bienestar común.

Si el cumplimiento del estatuto de seguridad no se alinea con los estatutos de paz, no se puede promulgar la libertad y el orden a nivel nacional. Al lograrse la paz se debe mantener el pie de fuerza físico y la sensibilidad social para conservar no solo territorios, sino estructuras comunitarias y familiares para desarrollar y mantener la cohesión social, lo cual implica presencia, legitimidad y permanencia de las instituciones en las zonas centrales y periféricas con las fuerzas militares en conglomerado con las comunidades o fuerzas populares de paz. Mientras las instituciones se irrumpan con decisiones meditadas y corruptas, la seguridad se irrumpirá de desconfianza y se minara la seguridad, el orden y la libertad para seguir proyectando un país respetuoso de los derechos humanos y por ende en paz.

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