En cada esquina hay una historia que el ruido intenta silenciar, dónde la esperanza parece un lujo y los sueños se disuelven en el humo del día a día, Jóvenes que aprendieron a sobrevivir antes de soñar, que encontraron en el arte una forma de respirar distinto; algunos lo dibujan con esfuerzo, con una máquina de barbería, un pincel o una canción.
De la calle al escenario no es un lema: es una declaración de vida. Es el viaje de quienes cambiaron la soledad por la disciplina, el miedo por la pasión y la rabia por el propósito. Lo que antes era una esquina se convirtió en un taller; lo que era silencio, en música; lo que era oscuridad, en una oportunidad.
La barbería se ha convertido en un lenguaje de esperanza. En cada taller, un muchacho aprende no solo a hacer un buen corte, sino a confiar otra vez en su futuro, lo que antes era rebeldía, hoy es talento; lo que fue abandono, ahora es propósito.
Hoy miro hacia atrás y entiendo que las calles también me enseñaron. Me mostraron el valor de la humildad, la importancia de la empatía y el poder de la fe. Pero sobre todo, me recordaron que ningún pasado define el futuro. Y que cuando uno se levanta con propósito, la vida misma te abre las puertas del escenario.
Así que, a todos los jóvenes que leen estas palabras, les digo: no renuncien a sus sueños. No se dejen etiquetar por los errores, ni se convenzan de que no pueden. Todo comienza con un paso, con una decisión. Tal vez hoy estés en la calle, pero si crees, trabajas y perseveras, mañana estarás en tu propio escenario.
La historia no termina en el abandono. Comienza cuando alguien decide cambiarla. Y ahí, justo ahí, nacen los verdaderos héroes: los que vencen su propio destino.
Este 9 de noviembre, Pereira se convertirá en el epicentro del Mundial de Barbería, donde cada corte contará una historia y cada participante reflejará un sueño cumplido. No se trata solo de estilos o trofeos, sino de mostrar que el arte tiene el poder de cambiar destinos.

