La tensión entre Colombia y Perú por la soberanía de una pequeña isla amazónica ha escalado de manera alarmante. Las declaraciones del ministro del Interior, Armando Benedetti, han encendido las alertas en el escenario internacional tras advertir que la situación “se pondría bien fea” si no se manejan con diplomacia las diferencias entre ambos países. La disputa se centra en una isla ubicada en la región amazónica fronteriza, donde la presencia de fuerzas peruanas ha sido interpretada por el gobierno colombiano como una acción provocadora.
Benedetti expresó su preocupación durante una intervención reciente en medios nacionales, señalando que la disputa podría desencadenar una crisis regional si no se aborda de forma prudente. «No podemos permitir que se vulneren nuestros límites soberanos ni que se altere la convivencia con un país hermano como Perú», afirmó. Estas declaraciones surgen tras reportes que indican que autoridades peruanas han reforzado su presencia en la isla en cuestión, algo que Bogotá percibe como un desafío directo a los acuerdos limítrofes establecidos.
¿Qué hay detrás del conflicto por la isla amazónica?
El origen del conflicto se remonta a diferencias en la interpretación de los tratados fronterizos que datan de principios del siglo XX, en particular el Tratado Salomón–Lozano (1922), que definió gran parte de la frontera entre los dos países. Aunque desde entonces se han logrado avances diplomáticos, el control sobre ciertas zonas en el Amazonas —especialmente islotes de difícil acceso— sigue generando conflicto diplomático.
La isla en disputa se ubica en una zona estratégica para el comercio fluvial y la seguridad en la frontera sur colombiana. Además, tiene importancia geopolítica por su proximidad a Leticia, capital del departamento del Amazonas, y a zonas peruanas donde operan comunidades indígenas y patrullajes conjuntos han sido la norma durante décadas.
Recientemente, imágenes satelitales y registros oficiales de la Armada Nacional habrían documentado la instalación de estructuras militares en el lado peruano del río, lo que ha generado preocupación en Bogotá. Aunque no se han confirmado enfrentamientos armados, el tono de las comunicaciones entre ambas cancillerías ha subido de nivel, pasando de declaraciones técnicas a advertencias políticas.
Benedetti, protagonista de un discurso más firme ante la crisis
Conocido por su estilo directo, Armando Benedetti no ha dudado en expresar con fuerza la posición del gobierno colombiano. Para el ministro del Interior, lo que está en juego no es solo una disputa geográfica, sino un precedente que podría afectar las relaciones bilaterales en temas clave como comercio, migración y cooperación en seguridad.
“Perú tiene que entender que estas acciones unilaterales pueden llevarnos a un punto sin retorno. Si insisten en permanecer en la isla, la situación se pondría bien fea”, advirtió Benedetti, sin ofrecer mayores detalles sobre una eventual respuesta militar o diplomática. Sus palabras han sido interpretadas como una señal de endurecimiento en la política exterior colombiana respecto a los países vecinos.
Hasta el momento, el presidente Gustavo Petro no se ha pronunciado de manera directa, lo que sugiere que el gobierno aún evalúa la mejor estrategia para evitar una escalada innecesaria. Sin embargo, fuentes del Ministerio de Defensa indican que se ha reforzado la vigilancia en la zona y se han establecido canales de comunicación con autoridades peruanas para evitar malentendidos operativos.