La discusión sobre el ajuste del salario mínimo para 2026 comenzó con fuerza tras la instalación de la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales, en cabeza de Antonio Sanguino. Pero quien se robó la atención fue Armando Benedetti, ministro del Interior, al plantear un incremento de “dos dígitos” para el mínimo.

Según Benedetti, “Debe subir 10 % o más de 10 %”, y añadió con firmeza: “Me va a molestar mi amigo y ministro Sanguino, pero no hablaré como ministro ni como colega de él. Hablaré como una persona que siempre ha sido amiga de la clase trabajadora.” Para reforzar su argumento, comparó la situación con la de países vecinos: en Costa Rica —dijo— el salario mínimo ronda los 780 dólares, mientras que en Colombia apenas alcanza los 323 dólares. “Aquí es muy bajito, un aumento del mínimo da mayor productividad”, enfatizó.
La propuesta no cayó bien en todos los sectores.

El gremio Fenalco mantuvo su rechazo y decidió no asistir a la mesa de concertación, aduciendo que ya se había hecho un anuncio oficial desde el gobierno, lo que elimina la necesidad de diálogo. Por su parte, Sanguino respondió públicamente invitando al debate con “rigor y con el corazón en la mano”. Para él, el aumento debe definirse con responsabilidad y tras escuchar a todas las partes.

El trasfondo económico también pesa: un aumento por encima del 11 % —como el que sugiere Benedetti— podría generar presiones inflacionarias. Según proyecciones recientes, un ajuste de ese tipo empujaría la inflación estimada para 2026 a ubicarse entre 4,4 % y 4,5 %. Esto acentúa la preocupación de algunos analistas y empresarios sobre el posible impacto en salarios reales, empleo formal e inflación.

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