Rusia disparó por primera vez un misil balístico intercontinental (ICBM) contra Ucrania, marcando un preocupante aumento en la intensidad del conflicto que comenzó en 2022. Según el ejército ucraniano, el ataque ocurrió el jueves y fue dirigido contra la ciudad de Dnipro, en el centro-este del país. Este desarrollo llega en un momento de crecientes tensiones entre Rusia y las potencias occidentales, que han intensificado su apoyo militar a Ucrania.

El misil, identificado como un RS-26 Rubezh, es una de las armas más avanzadas del arsenal ruso. Con un alcance de hasta 5.800 kilómetros, el RS-26 puede transportar ojivas nucleares de gran potencia, aunque en este caso no llevaba carga nuclear, según confirmó la fuerza aérea ucraniana.

El ataque y su contexto

El ataque fue confirmado por un comunicado de las fuerzas armadas ucranianas y se realizó entre las 5:00 y las 7:00 de la mañana. Además del ICBM, Rusia empleó un misil hipersónico Kh-47M2 Kinzhal y siete misiles de crucero Kh-101. Mientras que las defensas antiaéreas ucranianas lograron derribar seis de los misiles de crucero, no pudieron interceptar ni el ICBM ni el misil Kinzhal, reflejando las limitaciones técnicas frente a estas armas avanzadas.

Aunque las autoridades locales de la región de Dnipropetrovsk reportaron daños significativos en instalaciones industriales, no se registraron víctimas mortales en las primeras horas tras el ataque. Este hecho coincide con el cierre de embajadas de Estados Unidos, España, Italia y Grecia en Kiev, una medida preventiva ante posibles ataques rusos de mayor escala.

¿Por qué el uso de un misil balístico intercontinental?

El RS-26 Rubezh, desarrollado y probado por primera vez en 2012, representa una capacidad militar significativa. Según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), este misil de 12 metros de largo y 36 toneladas puede portar hasta 800 kg de explosivos. Sin embargo, lo que hace particularmente preocupante su uso es que, además de su capacidad destructiva, el RS-26 está diseñado para superar sistemas de defensa antimisiles avanzados.

Aunque el misil lanzado no llevaba una ojiva nuclear, su despliegue envía un claro mensaje político y estratégico. En palabras de expertos militares, se trata de un movimiento destinado a disuadir a los países occidentales de aumentar su apoyo armamentístico a Ucrania.

Respuestas internacionales y diplomáticas

La reacción internacional al uso de este tipo de armas no se ha hecho esperar. Países como Estados Unidos y el Reino Unido han condenado enérgicamente el ataque. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, no confirmó el lanzamiento del misil, pero aseguró que Rusia está haciendo “máximos esfuerzos” para evitar un conflicto nuclear. Sin embargo, la reciente autorización de Washington para que Ucrania utilice misiles de largo alcance, como los Storm Shadow británicos, ha intensificado las amenazas verbales de Moscú.

El Ministerio de Defensa ruso declaró que derribó dos de estos misiles Storm Shadow en territorio ruso, subrayando que la intervención de potencias extranjeras sigue “alimentando el conflicto”. Según Peskov, los ataques ucranianos en territorio ruso representan una escalada que podría tener consecuencias impredecibles.

Reacciones dentro de Ucrania

El ataque con un misil balístico intercontinental genera preocupación en Ucrania, no solo por el impacto directo, sino también por el simbolismo de esta nueva etapa del conflicto. “Es una muestra del nivel de agresión que estamos enfrentando”, señaló un alto funcionario ucraniano. A pesar de los esfuerzos por fortalecer las defensas antiaéreas, la capacidad de Rusia para usar armas tecnológicamente avanzadas sigue representando un desafío significativo.

¿Un punto de inflexión en la guerra?

El lanzamiento del ICBM marca un nuevo capítulo en el conflicto ruso-ucraniano. Por un lado, evidencia la capacidad de Rusia para seguir aumentando la presión militar, incluso tras casi dos años de hostilidades. Por otro, plantea preguntas críticas sobre el papel de la comunidad internacional y la capacidad de las defensas ucranianas para enfrentar armamento de este nivel.

El uso de misiles balísticos intercontinentales, aunque no necesariamente cambia el curso inmediato del conflicto, eleva significativamente los riesgos a largo plazo. ¿Podrá la diplomacia internacional evitar que esta escalada conduzca a una confrontación aún más peligrosa? El tiempo será el juez de una guerra que parece lejos de encontrar una solución pacífica.


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