Rusia intensificó su ofensiva en Ucrania este viernes, lanzando un ataque masivo con 93 misiles y cerca de 200 drones, en lo que el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, calificó como uno de los episodios más devastadores contra la infraestructura energética del país. Los ataques afectaron diversas regiones del oeste de Ucrania, como Leópolis, Ternópil e Ivano-Frankivsk, en plena temporada invernal.


Zelensky denuncia una estrategia de «terror masivo»

En un contundente mensaje difundido en redes sociales, Zelensky describió el ataque como parte de la «estrategia de terror» de Moscú, que busca sumir a millones de personas en el caos y la oscuridad.

«Este es el plan de ‘paz’ de Putin: destruirlo todo. Así es como quiere ‘negociar’, aterrorizando a millones de personas», expresó el mandatario ucraniano. Zelensky detalló que, gracias al sistema de defensa aérea, su ejército logró derribar 81 misiles y neutralizar 11 misiles de crucero utilizando aviones F-16 proporcionados por Occidente. Sin embargo, el impacto de los misiles restantes y los drones alcanzó varias instalaciones críticas, incluyendo centrales eléctricas y subestaciones clave.

Zelensky también hizo énfasis en que Rusia sigue accediendo a componentes electrónicos importados para la fabricación de sus misiles, pese a las sanciones internacionales que buscan limitar su capacidad militar. Asimismo, advirtió que la venta de petróleo continúa siendo una fuente clave de financiación para el Kremlin, lo que pone en evidencia la necesidad de reforzar las sanciones globales.


Golpes al sistema energético: consecuencias devastadoras

El ataque afectó severamente el ya debilitado sistema energético de Ucrania. Según la empresa privada DTEK, una de sus centrales térmicas resultó dañada. Cabe recordar que las instalaciones de esta empresa han sido blanco recurrente de ataques masivos rusos desde marzo, lo que ha dificultado el suministro eléctrico a millones de hogares en Ucrania.

El ministro de Energía ucraniano, Herman Galushchenko, denunció que este nuevo bombardeo representa una amenaza crítica para la infraestructura nacional en plena temporada de invierno. «El enemigo continúa con su terror. Una vez más, el sector energético en toda Ucrania está bajo ataque masivo», afirmó Galushchenko.

El funcionario aseguró que los equipos de emergencia están trabajando sin descanso para mitigar los daños y restablecer el suministro eléctrico en las zonas afectadas. Sin embargo, la situación se torna cada vez más compleja, dado que Rusia ha lanzado más de 10 ataques masivos contra la infraestructura energética ucraniana en los últimos meses, sumiendo a millones de personas en cortes de electricidad y calefacción.


Rusia justifica el ataque: una «respuesta» al uso de misiles ATACMS

Desde Moscú, el Ministerio de Defensa justificó el ataque señalando que fue una respuesta al reciente uso de misiles de largo alcance ATACMS, de fabricación estadounidense, por parte de Ucrania. Según el comunicado oficial, el ejército ruso atacó con «armas de alta precisión» y drones de asalto, alcanzando «instalaciones vitales» de la red energética ucraniana que alimentan su industria militar.

El Ministerio ruso afirmó que el ataque logró todos sus objetivos, destacando que los misiles ATACMS fueron utilizados por Ucrania el pasado 11 de diciembre para golpear un aeródromo en Taganrog, región de Rostov, en territorio ruso.


El impacto humanitario y las implicaciones globales

Este ataque masivo intensifica el sufrimiento de la población ucraniana, que enfrenta condiciones extremas en medio del invierno. Las regiones más afectadas, como Leópolis y Ternópil, reportaron cortes de energía generalizados y dificultades en el suministro de servicios básicos.

En el plano internacional, Zelensky ha instado a una reacción contundente de la comunidad global, subrayando que solo una respuesta masiva podrá detener los ataques rusos. Estas acciones reavivan el debate sobre el impacto de las sanciones económicas contra Moscú, las cuales parecen insuficientes para frenar la capacidad bélica del Kremlin.

La escalada del conflicto plantea interrogantes sobre el papel de las potencias occidentales en la provisión de armamento avanzado a Ucrania y el riesgo de que el enfrentamiento derive en un conflicto más amplio. Por el momento, la resistencia ucraniana sigue contando con el apoyo militar y logístico de sus aliados, pero el desgaste de la guerra se siente cada vez más en el terreno.


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