La agónica reforma tributaria volvió a quedar en el limbo luego de que, una vez más, fuera levantada la sesión en las comisiones económicas conjuntas de Senado y Cámara. El debate, que muchos congresistas consideran prácticamente hundido, se mantiene abierto únicamente por trámite legislativo, mientras el Gobierno insiste en sostener una iniciativa que no logra despegar. Para el martes 9 de diciembre fueron citados nuevamente los parlamentarios, en un intento más por continuar la discusión de un proyecto que parece no avanzar hacia ningún destino claro.

El ambiente se tensionó aún más tras las recientes declaraciones del ministro de Hacienda, Germán Ávila, quien habló de retomar la no deducibilidad de las regalías, una medida que ya había caído ante la Corte Constitucional después de ser aprobada en la primera reforma tributaria del Gobierno. La propuesta generó preocupación en varios sectores del Congreso, que consideran que insistir en ese punto solo profundiza el desgaste del debate.

Un trámite lleno de tropiezos desde el inicio

El recorrido legislativo del proyecto ha sido uno de los más accidentados si se compara con otras iniciativas fiscales presentadas en años recientes. El pasado 3 de diciembre, varios congresistas daban por hecho el hundimiento de la reforma tributaria, una posibilidad que se convirtió en pronóstico ampliamente compartido durante la mañana. Sin embargo, una serie de factores alteró el desarrollo del día.

La plenaria del Senado, donde se adelantó un control político al ministro de Defensa, retrasó el inicio de la sesión en las comisiones económicas, aplazando de nuevo la discusión tributaria. Una vez instaladas las comisiones, los parlamentarios votaron a favor del archivo del proyecto en dos de las cuatro comisiones participantes. A pesar de ello, el trámite continuó, pues aún faltaba votar la ponencia positiva impulsada por el Gobierno.

Esta decisión, tomada por el presidente de la sesión, Wilmer Castellanos, generó inconformidad entre la mayoría de los congresistas, quienes interpretaron la maniobra como un intento de prolongar la vida de la iniciativa. Aun así, aceptaron votar la ponencia positiva bajo la convicción de que allí lograrían hundirla definitivamente.

Estrategias cruzadas y maniobras en el Congreso

Algunos legisladores solicitaron que la votación iniciara por la Comisión IV de la Cámara, argumentando que la Comisión IV del Senado suele respaldar las posiciones del Gobierno, lo que, según ellos, podría prestarse para dilatar el proceso. Entre las intervenciones surgieron acusaciones de maniobras y estrategias diseñadas para mantener viva la reforma, sin un propósito claro más allá de ganar tiempo para que el Ejecutivo intentara convencer a quienes permanecían indecisos.

Desde los partidos de oposición se planteó la hipótesis de que el Ministerio de Hacienda buscaba extender el debate para responsabilizar al Congreso del eventual hundimiento del proyecto. Según esos argumentos, la cartera insistía en que la reforma era fundamental para enfrentar la crisis fiscal y financiar programas sociales, como el subsidio destinado a los adultos mayores.

Confusión, falta de cuórum y levantamiento de la sesión

Con este contexto de tensiones, se dio inicio al llamado a lista para la segunda ronda de votaciones, en la que se decidiría si la reforma tributaria continuaba o no su trámite. Fue entonces cuando surgió un nuevo impasse. La lista inicial registró confusión en el conteo de votos, lo que llevó al presidente de la sesión a ordenar una repetición. Para ese momento, sin embargo, ya no había cuórum suficiente para proceder.

Ante la imposibilidad de continuar la votación, Castellanos ordenó levantar la sesión, lo que dejó nuevamente en el aire el futuro del proyecto. El desenlace provocó molestia y recriminaciones entre los congresistas, quienes señalaron que la falta de organización y la improvisación estaban afectando la transparencia del proceso legislativo.

Intentos por salvar la reforma y un debate cada vez más político

En medio del desconcierto, la congresista Olga Lucía Velásquez propuso rescatar únicamente el capítulo IV de la ponencia de la ley de financiamiento. Según explicó, esa medida permitiría demostrar que aún había voluntad de defender al contribuyente dentro del proyecto. La iniciativa avivó el debate político, generando reacciones divididas entre quienes consideraban necesario simplificar la reforma y quienes veían la propuesta como una maniobra para evitar el hundimiento definitivo.

El debate se tornó abiertamente político, con señalamientos, ataques verbales e interrupciones constantes entre los diferentes sectores representados en las comisiones. La jornada cerró con la sensación de que el proyecto se encuentra atrapado en un ciclo sin salida, en el que no avanza, pero tampoco se hunde formalmente. Con el calendario legislativo en contra, el margen de acción se reduce cada día.

Entérate con El Expreso