En estas fiestas, el regalo que más ilusiona a niñas y niños podría ser, justamente, el que más daño les hace. Antes de envolver un celular o un juguete “inteligente”, conviene pensar mal: la evidencia muestra que la tecnología personal temprana no trae magia, sino riesgos.
A nosotros nos encantaban una bicicleta enorme o unos patines que siempre eran dos tallas más grandes —para que nos duraran más en la lógica adulta de la época, sin importar que significaran caídas más fuertes—, pero hoy el regalo “soñado” viene con forma de pantalla.
Se trata de un celular inteligente, que entregamos a edades cada vez más tempranas y muy pronto usan a la perfección. El problema es que no llega solo: viene con riesgos documentados. La evidencia muestra que el uso de un dispositivo electrónico personal antes de los 14 años aumenta la falta de sueño, la ansiedad y la depresión, y disminuye las habilidades socioemocionales, como la autoestima y la regulación emocional. En pocas palabras, cuanto más temprano se tiene un dispositivo de uso personal, mayores son los riesgos de desarrollar estas condiciones.
En Red PaPaz entendemos que, cuando se trata de educar y cuidar a niñas y niños, debe primar el principio de precaución. Es especialmente útil en estos tiempos, cuando la novedad nos tienta a ser los primeros en regalar un juguete con inteligencia artificial. Parece inofensivo, pero, a diferencia de nuestras raspaduras de rodilla, los impactos que puede traer son mucho más complejos y no se curan con un “sana que sana, colita de rana”.
Recordemos, además, que la industria tecnológica —al igual que muchas otras— construye sus estrategias de mercadeo enfocada en las ventas y la dirigen a las niñas y los niños, sus potenciales consumidores. Su objetivo no es su seguridad ni su bienestar, sino vender.
Todo esto nos lleva a una conclusión importante: no basta con que los colegios restrinjan el ingreso y uso de los celulares a edades tempranas; nosotros también debemos evitar que aparezcan envueltos en nuestro árbol de Navidad.
Pensemos dos veces antes de dar un regalo a una niña o un niño. Nuestro reto es enorme: hacerlos felices sin causarles daño, en un mercado saturado de productos que, por el márquetin y la publicidad, se presentan como ideales, aunque no siempre lo sean.
Feliz Navidad con niñas y niños más conectados con su familia y con la naturaleza, y menos a las pantallas. Y no olvidemos algo esencial: ningún dispositivo sustituye el papel de los adultos en su bienestar. El algoritmo puede esperar; la infancia, no.
Carolina Piñeros Ospina. Directora ejecutiva de Red PaPaz.

