Un operativo de la Policía Metropolitana de Pereira impidió la fuga de 13 menores infractores del centro de atención especializada Marceliano Ossa, ubicado en la capital risaraldense. La intervención se registró luego de que los jóvenes intentaran violentar las instalaciones internas del centro, destruyendo puertas, techos y varias estructuras en lo que se describió como una acción premeditada y coordinada.
La rápida reacción de las autoridades, sumada al respaldo de los agentes de vigilancia del lugar, fue clave para contener la situación y restablecer el orden. Según el reporte oficial, los adolescentes estaban recluidos en el módulo 3 del establecimiento, zona desde la cual iniciaron el plan de escape. El incidente, que no dejó personas lesionadas, encendió las alarmas sobre las condiciones de seguridad y la infraestructura de los centros de reclusión juvenil en Colombia.
¿Qué falló en la seguridad del Marceliano Ossa?
El centro Marceliano Ossa, destinado a la rehabilitación de adolescentes en conflicto con la ley, ha sido blanco de cuestionamientos recurrentes por la fragilidad de su estructura y las dificultades para controlar situaciones de amotinamiento. Este reciente episodio no solo refleja un intento de evasión, sino también las tensiones internas que viven muchos de estos jóvenes durante su proceso de reeducación.
Testimonios internos y reportes previos indican que las condiciones de hacinamiento, la falta de personal especializado y las deficiencias en la atención psicosocial han contribuido a una creciente inconformidad entre los internos. En este contexto, la seguridad en instituciones de menores vuelve a ponerse en entredicho, ya que no es la primera vez que se presentan hechos similares en este tipo de centros.
Además, según declaraciones de fuentes institucionales, en los últimos meses se han venido fortaleciendo las medidas preventivas, pero los esfuerzos parecen insuficientes frente a la complejidad del fenómeno. La destrucción de infraestructura durante el motín incluye daños considerables en techos, puertas y zonas comunes, lo cual deja en evidencia un deterioro acumulado y una gestión reactiva más que preventiva.
La intervención de la Policía y el manejo de crisis
Frente a la emergencia, la intervención de la Policía Nacional fue crucial. Las unidades especializadas lograron contener el intento de fuga sin usar la fuerza letal, priorizando la contención física y el diálogo con los menores involucrados. Este enfoque se enmarca en los protocolos de intervención que rigen para centros de reclusión de menores, donde se busca evitar al máximo el uso de la violencia.
El director del centro no emitió declaraciones públicas, pero se conoció que la administración está evaluando una reubicación temporal de algunos de los jóvenes implicados, como medida de prevención ante futuros intentos similares. Por su parte, la Defensoría del Pueblo y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) ya iniciaron visitas de verificación para examinar el estado de los derechos de los adolescentes y las condiciones físicas del lugar.
Este evento también abre el debate sobre la necesidad de revisar a fondo el modelo de atención en los centros de reclusión juvenil en Colombia. A pesar de que estos espacios están concebidos para ofrecer procesos de resocialización, muchos se han convertido en entornos hostiles que reproducen dinámicas de exclusión, violencia y abandono institucional.
¿Qué viene ahora para el Marceliano Ossa y los adolescentes implicados?
A corto plazo, se espera que las autoridades adelanten una revisión estructural del centro Marceliano Ossa, mientras se determina la responsabilidad individual de los menores implicados en el intento de fuga. Aunque no se presentaron heridos, los daños materiales fueron significativos, lo que podría acarrear medidas disciplinarias o judiciales adicionales para algunos de los involucrados.
El caso pone de relieve la urgencia de fortalecer el enfoque de derechos humanos y acompañamiento psicosocial en los procesos de justicia juvenil, especialmente en zonas con alta vulnerabilidad como Pereira. La pregunta que muchos se hacen es: ¿están los centros de atención a menores infractores cumpliendo realmente su función resocializadora, o se han convertido en simples cárceles para jóvenes?
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Policía evita fuga de 13 menores en Pereira; centro Marceliano Ossa vuelve a estar bajo la lupa por seguridad y condiciones.