El presidente Gustavo Petro protagonizó un episodio inesperado durante el Consejo de Ministros televisado del martes 21 de octubre, al anunciar públicamente la salida del viceministro de Aguas, Edward Steven Libreros. En plena transmisión, y ante la mirada atónita de los presentes, el mandatario interrumpió la intervención del funcionario y, con tono firme, declaró: “No va más, hermano”. El comentario fue suficiente para confirmar su despido inmediato, dejando un silencio incómodo en el recinto. El hecho, retransmitido por televisión pública, generó una fuerte repercusión nacional.
Petro justificó la decisión señalando que Libreros no compartía la visión del Gobierno respecto a la política pública de agua potable y saneamiento básico. “El viceministro de Agua le cree más a Andesco que a nuestro proyecto”, afirmó, en alusión a la Asociación Nacional de Servicios Públicos y Comunicaciones, organización que el presidente ha criticado en repetidas ocasiones por representar intereses privados dentro del sector. Este gesto, más allá del impacto mediático, revela la manera directa con la que Petro maneja las diferencias dentro de su equipo, en un momento de alta tensión política.
Tensión interna en el Gobierno y fractura de confianza
El despido de Libreros no fue un hecho aislado. Desde hace meses, dentro del Ejecutivo se perciben tensiones por la implementación de la transición hídrica y la priorización de las empresas públicas de acueducto frente a los operadores privados. Fuentes cercanas al Ministerio de Vivienda aseguran que el viceministro mantenía una postura técnica, cercana a los criterios de planeación regional y sostenibilidad financiera, lo que habría chocado con la orientación política de la ministra Catalina Velasco y del propio presidente.
Durante la transmisión, Petro expresó que no podía mantener en su equipo a funcionarios que no “creyeran en el cambio estructural del modelo de gestión del agua”. La frase, cargada de simbolismo, evidenció la línea de exigencia ideológica que el mandatario impone a sus colaboradores. Este episodio ocurre además en medio de un reajuste general del gabinete, que ha visto cambios en carteras como Salud, Agricultura y Educación, lo que ha sido interpretado como un intento del presidente de consolidar un equipo completamente alineado con su visión política. Sin embargo, dentro del Pacto Histórico, algunos congresistas han expresado preocupación por la forma pública en la que se tomó la decisión, calificándola como un gesto que debilita la institucionalidad y genera temor dentro del propio gabinete.
El estilo Petro: entre la lealtad política y la gestión técnica
Para los seguidores del presidente, el despido de Libreros fue una muestra de liderazgo coherente con los principios del Gobierno del cambio. Consideran que Petro busca garantizar que quienes ocupen cargos clave compartan la misión de transformar el modelo de gestión pública, incluso si eso implica rupturas internas. En cambio, sus críticos sostienen que este tipo de decisiones evidencian una tendencia autoritara y una exposición innecesaria de los funcionarios. Analistas políticos consultados señalan que el episodio podría tener repercusiones dentro del Ejecutivo, generando un clima de inseguridad en la toma de decisiones. A pesar de ello, Petro ha insistido en que su prioridad es asegurar la soberanía hídrica y la gestión estatal de los servicios públicos, distanciándose de modelos privatizadores que, según él, han profundizado la desigualdad en Colombia. En sus declaraciones posteriores, el mandatario reiteró que el agua no puede considerarse un negocio, sino un derecho fundamental, y que cualquier funcionario que no entienda esa premisa “no tiene cabida en este gobierno”.
¿Qué efectos tendrá esta decisión en la política del agua en Colombia?
La salida de Edward Libreros deja vacante una posición estratégica para la ejecución de proyectos de saneamiento y acceso al agua en zonas rurales y municipios intermedios. El funcionario contaba con una amplia trayectoria técnica y había liderado iniciativas de modernización de los sistemas de acueducto. Su reemplazo será decisivo para determinar si el Ministerio de Vivienda mantendrá una línea técnica o si avanzará hacia una conducción más política. Por ahora, la ministra Catalina Velasco deberá presentar una terna para ocupar el cargo, decisión que podría revelar hacia dónde se orientará la política hídrica nacional. El episodio reabre un debate recurrente en la administración pública: ¿deben primar los criterios técnicos o la fidelidad política? La respuesta marcará no solo el futuro del sector de agua y saneamiento, sino también la estabilidad del propio gabinete presidencial. Lo cierto es que la frase “No va más, hermano” ya se ha convertido en un símbolo del estilo de gobierno de Petro: directo, desafiante y dispuesto a sacrificar la prudencia por la coherencia política.