¡Hay dinero para hacer obras de TEATRO! Pero no para que haya verdad y justicia. Son alérgicos a las sentencias”. De esta forma, un encolerizado Jairo Ladino criticaba en su cuenta de X la producción de Mantener el Juicio, una obra del Teatro Petra con el apoyo de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).

Solo puedo imaginármelo jalándose los pelos (de la barba, no hay más), desesperado ante el hecho de que la JEP haya decidido apostar por el lenguaje dramático para generar un diálogo social sobre la paz, el conflicto armado en Colombia y el perdón.

Con su hilo en X, Ladino logró dos cosas: ser premiado con un reportaje en la revista Semana, que replicó la información que él difundió vinculando a miembros del Teatro Petra con el Gobierno Petro, y también, generar todo tipo de comentarios e interés alrededor de la obra.

El alboroto causado por ese hilo obligó a Fabio Rubiano, cofundador del Teatro Petra, a salir ante distintos medios de comunicación para responder sobre los señalamientos en torno a la financiación de la JEP. Todo esto estuvo acompañado de los comentarios de activistas de todos los espectros políticos y de notas en diversos medios.

Cuando me enteré de todo esto, tomé la única decisión sensata que podía tomar: ir a ver la obra. Soy una persona que reconoce la importancia del arte dentro de una sociedad, pero sobre todo dentro de un Estado libre, igualitario y justo. Nadie que reverencie la libertad puede desconocer el valor fundamental de la expresión artística como un elemento consolidador de las ideas de diversidad humana, el respeto entre iguales y la paz.

Confieso, sin miedo a exagerar en mis palabras, que Mantener el Juicio conmovió cada fibra de mi ser. Cuando terminó la obra, quedé inmóvil, sintiendo cómo mis mejillas eran bañadas por la amargura de mi corazón. Y es que el Teatro Petra personificó la crudeza del conflicto armado en Colombia.

En el escenario se exhibió la tragedia de la violencia, la barbarie de la guerra y, en medio de todo, quienes han resistido ante el desinterés del Estado y la apatía de la sociedad colombiana: las víctimas.

De manera frontal y directa, todo el público en la sala pudo percibir la agonía de las víctimas en su búsqueda de la verdad y la constante lucha entre las fuerzas que se esfuerzan por hallarla y las que buscan enterrarla. Nadie en el teatro pudo ser indiferente ante el clamor personificado de quienes han sido inmolados por la guerra.

Un clamor que el Teatro Petra se ha encargado de propagar en una sociedad que no mira a las víctimas, haciéndose cómplice de su dolor. Afortunadamente, en Mantener el Juicio, también hubo espacio para la esperanza, pues, tal y como lo dijo Gonzalo Sánchez: “La memoria no es un museo del horror, es un acto de resistencia”; y es los colombianos aún tenemos la oportunidad de resistir ante la impasibilidad del olvido.

Puedo asegurarle que la obra de teatro no exalta al gobierno Petro ni alaba sus políticas. En el escenario solo existió sitio para homenajear a las víctimas, venerar la memoria y reflexionar sobre el perdón. Le exhorto a que, si se encuentra en Bogotá, tenga el coraje de asistir al teatro. La ignorancia y la apatía solo pueden combatirse con la valentía suficiente para confrontarnos a nosotros y a nuestros prejuicios en un esfuerzo activo por la búsqueda de la verdad.

Agradezco al Teatro Petra por esta puesta en escena viva y eficaz. Y, en parte, también le agradezco a Jairo Ladino: sin su alboroto y su incomprensible indignación, quizás no hubiera sentido tan fervientemente deseo de ver la obra y escribir sobre ella.

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