El pasado 14 de octubre, la política colombiana volvió a encenderse con un fuerte enfrentamiento en redes sociales entre el expresidente Álvaro Uribe Vélez y el actual mandatario, Gustavo Petro. Las tensiones se elevaron rápidamente cuando Petro acusó a Uribe no solo de perjudicar a los trabajadores durante su mandato, sino también de haber estado implicado, en su pasado como hacendado, en la muerte de varios de sus empleados. Estas declaraciones, publicadas en X (antes Twitter), desataron la furia de Uribe, quien no tardó en responder con firmeza.

«No sé por qué Uribe ataca a los trabajadores de Colombia. En su vida de hacendado tuvo un problema laboral y todo terminó en la muerte de muchos,» escribió Petro. La afirmación provocó una réplica inmediata y feroz del exmandatario, quien calificó las palabras de Petro como infundadas y ofensivas, recordando su propio historial de trabajo frente al pasado guerrillero del presidente.

Álvaro Uribe responde con dureza a las acusaciones

En su extensa respuesta, Uribe desmintió categóricamente las afirmaciones de Petro y se defendió aludiendo a su historia como administrador de la Hacienda San Cipriano, también conocida como La Mundial, en Maceo, Antioquia. En su publicación, describió la finca como una próspera productora de panela, hasta que el conflicto armado y las presiones de la guerrilla de las FARC llevaron a la liquidación de la sociedad.

«Respete, presidente Petro, que mientras usted delinquía, yo trabajaba», escribió Uribe, quien además detalló cómo la hacienda fue entregada a los trabajadores en 1979, en un proceso documentado en la Regional del Trabajo. Según su versión, la empresa fue evaluada en 20 millones de pesos de la época, y los pasivos laborales, que ascendían a 6 millones, fueron completamente liquidados sin que se reclamara el saldo restante, lo cual –asegura– se ofreció como un regalo a los empleados.

Uribe también aprovechó para refutar una vieja acusación que, según él, fue difundida por la guerrilla: la de haber asesinado a sindicalistas para retomar el control de la finca. Aclaró que la propiedad, finalmente destruida por la intervención de las FARC, fue entregada a los trabajadores mucho antes de que él entrara en la política nacional. La versión de Uribe fue ampliamente replicada por sus seguidores en redes sociales, quienes no tardaron en amplificar el debate.

Petro y el uribismo: el choque de dos visiones del país

Las tensiones entre Petro y Uribe no son nuevas. A lo largo de los últimos años, ambos líderes han sido protagonistas de un constante cruce de palabras, en especial en temas relacionados con la economía, el trabajo y la seguridad. Sin embargo, este último episodio ha elevado la temperatura política, especialmente porque toca temas delicados como los derechos laborales y la historia de violencia en las zonas rurales de Colombia.

Petro, en su crítica, apuntó no solo a Uribe como individuo, sino también al uribismo como una corriente política ligada al pasado hacendado del país. En una declaración que generó tanto apoyo como rechazo, Petro escribió: «Parece que el uribismo simplemente es una expresión de la vida hacendaría improductiva, que no es la misma del campesino labrador, y atrasada y no de la modernidad de la producción, la industrialización de nuevo tipo y los sabores de vanguardia.»

Con esta frase, Petro refuerza la visión de que el uribismo representa un modelo económico desfasado, contrario a las transformaciones que su gobierno busca implementar, como la reforma laboral que actualmente se discute en la Cámara de Representantes.

Un enfrentamiento que oculta el debate real: la reforma laboral

Mientras ambos líderes cruzaban fuertes acusaciones en redes sociales, el verdadero tema que debería haber captado la atención pública quedó en segundo plano: los alcances de la reforma laboral que impulsa el gobierno de Petro. Esta reforma, que entre otros puntos plantea un incremento en el recargo nocturno desde las 7:00 p.m., ha generado un fuerte debate en el Congreso y en la opinión pública.

Sin embargo, en lugar de centrarse en las implicaciones reales de esta reforma para los trabajadores y empresarios del país, la discusión se desvió hacia el pasado personal de Uribe y Petro, diluyendo el enfoque en los cambios estructurales que se están proponiendo. Para algunos, este enfrentamiento es una muestra más de cómo la política en Colombia se basa en ataques personales, en lugar de en un debate profundo sobre las políticas públicas.

¿Qué sigue en la agenda política de Colombia?

Este enfrentamiento público entre Uribe y Petro no es solo un reflejo de las viejas heridas que dividen al país, sino también de las profundas diferencias ideológicas entre ambos líderes. Mientras Petro promueve una visión de transformación social que incluye reformas clave en temas laborales y económicos, Uribe sigue siendo el representante de una derecha que defiende el emprendimiento privado y un enfoque más tradicional en términos de desarrollo rural.

A medida que el país se acerca a nuevas decisiones políticas trascendentales, es probable que este «toma y dame» continúe marcando el tono del debate público. La pregunta que muchos se hacen es si esta pelea entre líderes tan polarizantes permitirá algún día avanzar en discusiones más productivas para Colombia, o si seguirá atrapada en el pasado.


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