A medida que la primera línea del Metro de Bogotá alcanza un 67,17 % de ejecución, un aspecto poco visible del proyecto ha comenzado a llamar la atención: la presencia de una sorprendente diversidad de fauna silvestre que transita o habita en los sectores donde avanza la obra. Entre pilotes, grúas y maquinaria pesada, varias especies se ven involuntariamente involucradas en un entorno que cambia todos los días. Para evitar afectaciones, un equipo especializado en fauna del Departamento SSTA lleva a cabo un seguimiento permanente que busca garantizar el bienestar de estos animales en medio del proceso constructivo.
El primer paso de este acompañamiento ambiental es el ahuyentamiento preventivo. Mediante técnicas de disuasión —como siluetas de depredadores y estímulos visuales diseñados para que las especies eviten las zonas de alto impacto— el equipo procura que los animales se alejen voluntariamente del área intervenida. La prioridad es que no se vean forzados a un rescate o manipulación innecesaria, sino que puedan desplazarse por sus propios medios hacia áreas seguras. Sin embargo, cuando esto no es posible, los biólogos realizan rescates temporales de individuos jóvenes, heridos o vulnerables, brindándoles atención básica antes de entregarlos a entidades como la Secretaría de Ambiente o URRAS. Hasta la fecha, el balance supera los 400 animales recuperados.
Otro componente fundamental es el manejo y monitoreo de nidos. Más de 300 han sido registrados en zonas cercanas a las obras, pertenecientes a 14 especies distintas. El equipo acompaña cada uno hasta que los polluelos completan su ciclo, cuidando que las actividades del Metro no interfieran con su desarrollo. Este proceso se complementa con recorridos continuos por parques, corredores ecológicos y humedales cercanos, lo que ha permitido elaborar una guía de especies avistadas durante la construcción.
Gracias a estos monitoreos se ha podido confirmar la presencia de aves como el gavilán maromero, el búho sabanero, el cernícalo americano y el alcaraván, además de visitantes migratorios como el águila cuaresmera, la monjita cabeciamarilla —una especie endémica de Colombia— y el pato canadiense. También se han registrado ranas y culebras sabaneras, así como mamíferos como el curí, la comadreja cola larga y diferentes tipos de murciélagos. La Empresa Metro destaca que esta información ha permitido conocer de manera más precisa la fauna que ha logrado adaptarse a una ciudad en permanente transformación.
Frente a esta convivencia inevitable entre obra y naturaleza, el llamado de las autoridades es claro: evitar sacar animales silvestres de su hábitat, no alimentarlos, no adquirirlos como mascota —una práctica ilegal— y mantener limpias las áreas verdes. También se recomienda pasear mascotas con correa para evitar que interfieran con especies locales. En caso de encontrar individuos heridos o en riesgo, la Secretaría de Ambiente cuenta con una Unidad Móvil de Rescate para atender estos reportes.

