Mariann Edgar Budde, líder de la Diócesis Episcopal de Washington, se ha convertido en el rostro de la resistencia espiritual frente al expresidente Donald Trump. Su sermón, pronunciado en la Catedral Nacional de Washington, captó la atención mundial al abordar directamente al presidente, instándolo a tener misericordia por los inmigrantes y la comunidad LGBTQ. Este acto público de desafío representa un momento crucial en la relación entre religión y política en Estados Unidos.

El episodio ocurrió al día siguiente de la investidura presidencial de Trump, un momento solemne que la obispa convirtió en una llamada a la reflexión. Con su mensaje claro y desafiante, Budde recordó a los presentes, y al propio presidente, que «todos fuimos una vez extranjeros en esta tierra». Acompañada por los gestos elocuentes de Trump, quien apartó la mirada, y del vicepresidente J.D. Vance, que arqueó las cejas en desconcierto, Budde reafirmó su postura sobre la dignidad y los derechos de todos los ciudadanos.

Una trayectoria marcada por el compromiso espiritual y social

Mariann Edgar Budde, de 65 años, es una figura destacada en el ámbito religioso de Estados Unidos. Nacida y criada entre Nueva Jersey y Colorado, Budde forjó su carrera espiritual con una sólida formación académica en la Universidad de Rochester, en el estado de Nueva York. Antes de asumir su actual posición en la Diócesis Episcopal de Washington, lideró durante casi dos décadas la Iglesia Episcopal de San Juan en Minneapolis, un cargo que consolidó su reputación como defensora de la justicia social.

Su trayectoria no ha estado exenta de controversias. En 2020, durante las protestas por la justicia racial en la plaza Lafayette, Budde criticó duramente a Trump por sostener la Biblia como símbolo de poder mientras las fuerzas de seguridad dispersaban a manifestantes con gases lacrimógenos. En un artículo publicado en The New York Times, expresó su «indignación» y «horror» por lo que consideró un uso sacrílego de un texto sagrado. Este episodio cimentó su rol como una de las voces más críticas hacia las políticas del mandatario.

Un sermón que resonó más allá de los muros de la iglesia

El sermón de Budde en la Catedral Nacional no fue un acto improvisado. La obispa aprovechó la oportunidad para confrontar las políticas migratorias y sociales de Trump, que a menudo han sido objeto de críticas por sus impactos negativos en las comunidades más vulnerables. Durante su intervención, Budde hizo referencia específica a los inmigrantes y a la comunidad LGBTQ, afirmando que estos grupos se encuentran entre los más afectados por las políticas restrictivas del gobierno.

«Hay niños gays, lesbianas y transgénero en familias demócratas, republicanas e independientes, algunos de los cuales temen por sus vidas», dijo Budde, enfatizando la urgencia de un cambio de perspectiva. En lugar de recurrir a discursos de división, instó al presidente a actuar con «honestidad, humildad y reconocimiento de la dignidad de todos los seres humanos». Sus palabras reflejan una interpretación progresista de los valores cristianos, centrada en la inclusión y la empatía.

El gesto de Trump al apartar la mirada mientras escuchaba el sermón fue interpretado por muchos como un rechazo implícito a las críticas de Budde. Sin embargo, su mensaje caló hondo entre los presentes y se amplificó en las redes sociales, donde miles de personas elogiaron su valentía al confrontar al mandatario en un momento tan simbólico.

Una líder espiritual en tiempos de crisis

La postura de Budde es especialmente significativa en un momento en que las tensiones políticas y sociales en Estados Unidos alcanzan niveles críticos. Sus intervenciones públicas han planteado preguntas profundas sobre el papel de los líderes religiosos en la política y la necesidad de defender los derechos humanos frente a las injusticias.

La obispa también ha destacado la importancia de mantener una perspectiva histórica en la lucha por la igualdad. Al citar las palabras bíblicas «Todos fuimos una vez extranjeros en esta tierra», Budde no solo apeló al presidente, sino también a una nación que, en su mayoría, tiene raíces en la inmigración. Su mensaje es un recordatorio de que los valores de compasión y solidaridad deben estar en el centro de cualquier política pública.

Mientras tanto, las reacciones al sermón han sido diversas. Por un lado, ha recibido un apoyo abrumador de líderes progresistas y defensores de los derechos humanos. Por otro, figuras afines al expresidente han arremetido contra la obispa, acusándola de politizar el púlpito. A pesar de las críticas, Budde ha dejado claro que su compromiso es con los principios éticos y espirituales que guían su vocación.

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