La lluvia y la noche no avisaron lo que venía, cuando un estruendo estremeció la madrugada del lunes y despertó a María de los Ángeles Valencia, como si la montaña respirara hondo y soltara un suspiro pesado, eso ocurrió en la finca El Guamo, en la Hacienda Cuba.
“Sonaban los palos que caían”, recuerda la adulta mayor, todavía con el susto en la voz. En segundos, el terreno cedió: un talud arrasó la pequeña perrera y el gallinero donde ella guardaba parte de sus afectos y su sustento. Entre la oscuridad, sin luz, apenas alcanzaba a distinguir los troncos arrancados y los aguacates desparramados cuesta abajo. Pero lo que realmente le apretó el pecho fueron los chillidos.
Manchas, su perrita criolla, que hace apenas quince días se convirtió en madre, corría desesperada de un lado a otro. No buscaba uno, sino diez hijitos que se habían perdido bajo el derrumbe, sus pequeños tesoros. Era la lluviosa madrugada del 24 de noviembre.
Los organismos de socorro no tardaron. El Cuerpo Oficial de Bomberos llegó con cinco unidades de la estación de San Fernando, alertadas por la comunidad a las 2:05 de la mañana. Allí, guiados por los llamados de los animales y por el instinto feroz de Manchas, empezaron a encontrar vida entre la tierra, la maleza y los restos.
“Gracias a la atención de nuestros Bomberos Oficiales de Pereira y al instinto maternal de una perrita, fueron rescatados ocho cachorros”, relató Nataly Calderón Melo, directora del Cuerpo Oficial de Bomberos.
Después de asegurar la vida de los cachorros, la Dirección de Gestión del Riesgo activó el Protocolo de Seres Sintientes, un mecanismo pionero en el país que Pereira ha venido implementando con rigor y sensibilidad, destacando como ejemplo a nivel nacional.
“En esta ocasión se vieron afectados 29 animales, de los cuales 9 fueron trasladados para la verificación de su estado de salud y la aplicación del protocolo”, explicó Dayana Andrea Gómez Jiménez, directora de Gestión del Riesgo, en total se caracterizaron 11 perritos y 18 gallinas.
Manchas y sus cachorros llegaron al Hospital Público Veterinario, donde el equipo médico los recibió con cuidado y ternura. “Les hemos brindado toda la atención que requieren y esperamos que pronto se vuelvan a reunir con su familia”, aseguró Felipe Medina, director del hospital.
Para María de los Ángeles, ese amanecer fue una mezcla extraña: pérdida, temor, ruido de tierra y madera… pero también un tipo de esperanza que solo entienden quienes han visto a una madre —humana o animal— pelear contra lo imposible.
“Esa perra subía y subía los perritos por esa falda, la mamá subiendo y los perritos en la trompa”, recuerda María de los Ángeles y luego solo suspira. Agradece a los Bomberos, agradece al Hospital Veterinario, al alcalde Mauricio Salazar y agradece al cielo. La tierra se llevó dos cachorros, como si necesitara un tributo para sanar, pero ocho lograron volver a la luz.
La Diger con su equipo de geología evalúa el riesgo de la vivienda de María de Los Ángeles, mientras las huellas de Manchas son una guía de la memoria que dejó el valor de ese pequeño ser sintiente.
La madrugada del lunes, entre el barro y la oscuridad, la vida ganó, y ganó porque una perra criolla, recién parida, decidió que ninguna montaña iba a quedarse con lo que ella había traído al mundo y su esfuerzo y sacrificio fueron escuchados desde una administración municipal que sabe bien que aquellos seres que no hablan, demuestran con la acción el amor más puro.
En 20 días los perritos de Manchas estarán listos para llegar a hogares amorosos, los pereiranos que estén dispuestos a recibir uno de estos pequeños milagros se pueden comunicar con el celular dispuesto solo para procesos de adopción del Hospital Público Veterinario para hacer un proceso de adopción responsable: 310543304.
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Con información de la oficina de prensa de la Alcaldía de Pereira.

