Las redes sociales han permeado cada aspecto de nuestra vida diaria. Desde el momento en que nos despertamos hasta que nos acostamos, muchos de nosotros pasamos incontables horas frente a las pantallas de nuestros teléfonos móviles, desplazándonos sin cesar por nuestras aplicaciones favoritas. ¿Qué es lo que hace que estas plataformas sean tan irresistibles? La respuesta radica en la forma en que están diseñadas para mantenernos enganchados.

Según expertos como la profesora Carolina Vidal, las redes sociales están meticulosamente diseñadas para fomentar la repetición de su uso. Características como los «likes» actúan como recompensas que activan áreas específicas del cerebro asociadas con la adicción a sustancias ilegales. Esas pequeñas dosis de validación y reconocimiento nos mantienen volviendo una y otra vez en busca de más interacciones.

El impacto en nuestra salud mental es innegable. El Dr. Mitch Prinstein explica que las redes sociales desencadenan la liberación de sustancias químicas en el cerebro que nos hacen anhelar más interacciones sociales. Aunque no todos desarrollan una adicción, es importante reconocer los riesgos asociados con un uso excesivo. Entre ellos se incluye una disminución en las interacciones cara a cara, así como un aumento en la sensación de soledad y la disminución de la autoestima, especialmente entre los adolescentes.

Distinguir entre un uso saludable y una adicción puede resultar complicado. El psiquiatra Paul Croarkin destaca la importancia de reconocer las señales de advertencia, como pasar un tiempo excesivo en las redes sociales, experimentar dificultad para alejarse de ellas y notar cambios en el estado de ánimo cuando no se puede acceder a las plataformas.

Recientemente, las principales empresas de redes sociales se han enfrentado a desafíos legales relacionados con su impacto en la salud mental, especialmente entre los adolescentes. A pesar de la protección que ofrecen leyes como la Sección 230, algunas demandas relacionadas con la seguridad y privacidad de los usuarios han avanzado, lo que indica un cambio en la percepción pública sobre la responsabilidad de estas plataformas.

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