El gobierno de Israel anunció desde El Cairo que “todas las partes” firmaron la versión final de la primera fase del plan de Donald Trump para un cese del fuego en la Franja de Gaza, un paso que podría marcar un punto de inflexión en uno de los conflictos más prolongados del Medio Oriente. El documento, según confirmó la portavoz del gobierno israelí Shosh Bedrosian, fue rubricado por representantes israelíes, egipcios, estadounidenses y de Hamás, y busca establecer un alto al fuego temporal mientras se implementa la liberación simultánea de rehenes israelíes y prisioneros palestinos.
El acuerdo fue negociado durante semanas bajo mediación de Egipto y Estados Unidos, y se considera el avance más significativo desde el inicio de la ofensiva israelí en Gaza. Aunque la firma representa un paso crucial, su aplicación dependerá de la aprobación final del gabinete del primer ministro Benjamin Netanyahu, que aún debate los términos y las implicaciones políticas de este compromiso.
La primera fase del plan y su alcance político
El texto firmado contempla la liberación escalonada de rehenes israelíes retenidos por Hamás a cambio de la excarcelación de prisioneros palestinos en cárceles israelíes. Además, prevé la entrada de ayuda humanitaria y médica a Gaza y un alto al fuego inicial de 40 días prorrogables, sujeto al cumplimiento de los compromisos de ambas partes. Fuentes diplomáticas indicaron que Washington desempeñó un papel clave en el diseño de los mecanismos de verificación y seguimiento, en coordinación con Egipto y Catar.
El plan, impulsado directamente por el expresidente Donald Trump, busca consolidar su regreso como actor central en la diplomacia internacional, mientras la Casa Blanca actual observa de cerca los efectos regionales de esta mediación. Analistas en Tel Aviv y Washington coinciden en que el proyecto también pone a prueba la cohesión del gobierno de Netanyahu, presionado por sectores ultranacionalistas que rechazan cualquier concesión a Hamás y exigen mantener las operaciones militares hasta la eliminación total del grupo.
A pesar del entusiasmo internacional, el contexto interno israelí sigue siendo complejo. Los familiares de los rehenes han celebrado la noticia, aunque exigen garantías de que el acuerdo no se quede en una promesa simbólica. Por otro lado, líderes palestinos en Gaza han insistido en que la tregua debe ir acompañada de un levantamiento gradual del bloqueo y de una hoja de ruta hacia un diálogo político duradero.
El papel de Egipto y Estados Unidos en la mediación
La mediación egipcia fue determinante para lograr la firma de esta primera fase. El Cairo ha mantenido su papel histórico como interlocutor entre Israel y las facciones palestinas, al tiempo que busca reforzar su liderazgo regional frente a Catar y Turquía. Fuentes diplomáticas citadas por medios internacionales señalan que las conversaciones se desarrollaron en un ambiente de extrema reserva, con la participación directa de funcionarios estadounidenses, incluido el asesor de seguridad nacional de Trump, que viajó de manera discreta a Egipto para supervisar los últimos detalles del pacto.
Estados Unidos, por su parte, considera este avance como una victoria diplomática que podría contribuir a estabilizar la región y mejorar su imagen tras años de tensiones. El Departamento de Estado expresó su apoyo al acuerdo, destacando que “la prioridad es la seguridad de los rehenes y el acceso humanitario a Gaza”. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos han advertido que cualquier tregua debe ir acompañada de un compromiso verificable para proteger a la población civil y evitar nuevos episodios de violencia.
Egipto, que comparte frontera con Gaza, se prepara para coordinar la entrada de convoyes humanitarios y supervisar los pasos fronterizos junto con observadores internacionales. La logística del proceso será uno de los principales desafíos, dado el deterioro de la infraestructura gazatí y la falta de recursos médicos y alimentarios tras meses de bloqueo y bombardeos.
¿Qué sigue tras la firma de la primera fase del acuerdo?
Aunque la firma ha sido recibida con optimismo, la implementación del plan dependerá del gabinete de seguridad israelí, que deberá ratificar los términos en los próximos días. Netanyahu enfrenta una disyuntiva política: aceptar el acuerdo podría aliviar la presión internacional, pero podría también fracturar la coalición de gobierno si los partidos más duros lo perciben como una concesión a Hamás.
Si la primera fase se concreta, se abriría una segunda etapa orientada a negociar un alto al fuego permanente y la reconstrucción de Gaza, con apoyo financiero de países árabes moderados y de organismos internacionales. En este punto, los mediadores confían en que el liderazgo estadounidense sirva de garantía para mantener los compromisos.
No obstante, los observadores señalan que la estabilidad del acuerdo dependerá de la capacidad de las partes para sostener el diálogo y evitar provocaciones. La historia reciente demuestra que los procesos de paz en Medio Oriente son frágiles y vulnerables a los cambios políticos. Aun así, la firma en El Cairo representa un gesto inédito en un contexto dominado por la desconfianza y la violencia.
El plan de Trump podría reconfigurar el tablero diplomático si logra consolidar un alto al fuego sostenido. ¿Podrá este acuerdo abrir una nueva etapa de diálogo entre Israel y Palestina o será un nuevo intento fallido en la búsqueda de paz?