El presidente Gustavo Petro sorprendió al país al anunciar públicamente que le solicitó la renuncia al ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, en el contexto del escándalo de corrupción de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD). En un extenso mensaje publicado en la red social X (antes conocida como Twitter), Petro afirmó: “Espero su renuncia, no porque crea que es culpable, sino porque lo quieren despedazar por ser leal al programa de Gobierno y quieren derribar inconstitucionalmente este Gobierno”.
Esta declaración ha causado un revuelo político y mediático, ya que es la primera vez que el presidente utiliza esta plataforma para emitir un mensaje de tal longitud y contenido tan directo. Titulado “Trino sobre Ricardo Bonilla, parte II”, el mensaje vino como continuación de otro publicado un día antes, en el cual el mandatario defendió la trayectoria de Bonilla y explicó su relación con él, que data de varios años atrás. Petro insistió en que las acusaciones contra el ministro son producto de un “entramado político” diseñado para debilitar a su Gobierno.
La UNGRD: el epicentro de la polémica
La UNGRD, entidad creada para gestionar recursos destinados a mitigar desastres naturales, ha estado en el ojo del huracán en los últimos meses por lo que ya se considera el mayor escándalo de corrupción durante la administración de Petro. Los llamados cupos indicativos, partidas presupuestales asignadas por el Congreso para proyectos específicos, están en el centro del problema. Estas asignaciones, que deberían estar destinadas a obras prioritarias, han sido señaladas como fuente de irregularidades y sobornos.
Petro afirmó en su mensaje que a él y a Bonilla se les ha tendido una “encerrona” similar a la que enfrentó el ex primer ministro griego Alexis Tsipras. Según el presidente, las presiones sobre el Ministerio de Hacienda para que apruebe los cupos indicativos como condición para avanzar con proyectos claves de la administración son evidentes. “Si no da auxilios a nuestra Comisión interparlamentaria de crédito público, le dicen al ministro, no hay créditos para pagar la deuda”, señaló Petro, describiendo una práctica que muchos han calificado como chantaje político.
Sin embargo, este escándalo no solo amenaza la reputación de la UNGRD, sino que también ha puesto en entredicho la relación entre el Gobierno y el Congreso, donde las tensiones por la financiación de proyectos han sido recurrentes.
¿Un respaldo o un sacrificio político?
La renuncia de Ricardo Bonilla, de confirmarse, marcaría un punto crítico para el Gobierno de Petro. Aunque el presidente insiste en que no duda de la honestidad de su ministro, su decisión de pedir la renuncia parece más un intento por desactivar una crisis que puede tener repercusiones profundas para su administración. Petro explicó que su solicitud no es un reconocimiento de culpabilidad, sino una estrategia para proteger a Bonilla del ataque político y mediático que enfrenta.
En los círculos políticos, este movimiento ha sido interpretado de diversas maneras. Algunos analistas consideran que Petro está sacrificando a uno de sus aliados más cercanos para contener el impacto del escándalo, mientras otros ven en esto una reafirmación de su narrativa de que su Gobierno es víctima de un complot de la oposición y de sectores de poder que buscan debilitarlo.
Bonilla, quien asumió la cartera de Hacienda hace menos de un año, es un economista con una larga trayectoria y una relación de confianza con el mandatario. Sin embargo, su papel en la aprobación de los cupos indicativos, y las denuncias que han surgido sobre manejos irregulares en la UNGRD, lo han convertido en una figura vulnerable.
Petro, las redes sociales y la defensa de su Gobierno
El uso de las redes sociales por parte del presidente Petro para abordar este tipo de controversias no es nuevo, pero el tono y la extensión de sus mensajes recientes han llamado la atención. En su “Trino sobre Ricardo Bonilla, parte II”, Petro no solo defendió al ministro, sino que también reiteró su compromiso con los principios de su programa de Gobierno y lanzó duras críticas a quienes, según él, buscan derrocarlo.
“Quieren destruir este Gobierno inconstitucionalmente”, afirmó, reforzando su narrativa de que su administración enfrenta un asedio constante por parte de sectores opositores y grupos de poder. Estas declaraciones, aunque contundentes, no han logrado disipar las dudas sobre la gestión de la UNGRD y las implicaciones políticas del escándalo.
En este contexto, surge una pregunta clave: ¿logrará Petro consolidar el apoyo suficiente para superar esta crisis, o este episodio marcará el inicio de un debilitamiento más profundo de su Gobierno?