Una explosión en Buenaventura ocurrida la mañana del jueves 12 de junio ha vuelto a poner en alerta a las autoridades y a la comunidad del Valle del Cauca. El ataque terrorista en el Valle del Cauca se produjo cerca de la Casa de la Cultura, en la autopista Simón Bolívar, una de las principales vías del puerto sobre el Pacífico. El artefacto dejó al menos una persona herida, trasladada de inmediato a un centro médico.
La onda expansiva del artefacto afectó también un taxi que circulaba por la zona. Su conductor fue llevado a una clínica cercana para una evaluación médica. Aunque no se han confirmado víctimas fatales, el hecho genera preocupación por el incremento de la violencia urbana y la capacidad de los actores armados para operar en zonas concurridas.
La coronel Sandra Liliana Rodríguez, comandante del Departamento de Policía del Valle, confirmó que el artefacto causó daños materiales considerables y reiteró el llamado a la ciudadanía para colaborar con las autoridades. “Invitamos nuevamente a informar cualquier hecho que nos permita anticipar este tipo de sucesos en nuestros municipios”, expresó Rodríguez.
Ola de atentados en el suroccidente colombiano en menos de una semana
El caso registrado en Buenaventura no es un hecho aislado. Apenas dos días antes, otro incidente similar ocurrió en el barrio Manuela Beltrán, en el Distrito de Aguablanca, al oriente de Cali. En esa ocasión, una explosión dentro de una verdulería dejó varios lesionados, en lo que las autoridades presumen también fue causado por un artefacto de fabricación casera o artesanal.
Estas acciones violentas forman parte de un patrón más amplio de alteraciones al orden público en Cali y otros municipios del Valle y el Cauca. Las autoridades locales han manifestado su preocupación por la reaparición de tácticas terroristas en zonas urbanas, una modalidad que se había reducido en los últimos años pero que ahora vuelve a emerger con intensidad.
De acuerdo con fuentes oficiales, en tan solo 24 horas se registraron 26 atentados en la región, con un saldo trágico de cuatro policías asesinados. Esta oleada de violencia representa uno de los picos más altos de confrontación reciente entre fuerzas del orden y grupos armados ilegales que buscan mantener control territorial en corredores estratégicos para el narcotráfico y otras actividades ilícitas.