En un impactante reconocimiento público, el coronel retirado Luis Fernando Borja, excomandante de la Fuerza de Tarea Sucre, confesó que el número real de víctimas de las ejecuciones extrajudiciales conocidas como «falsos positivos» podría superar las diez mil, mucho más de lo que las cifras oficiales habían indicado. Borja, quien participó en un conversatorio en la Universidad Javeriana de Cali como parte de la Semana por la Paz «El diálogo restaura», organizada por la Misión de la ONU, asumió su responsabilidad directa en estos crímenes, alejándose de la tradicional defensa que otros oficiales han presentado.

Un acto de contrición y asunción de responsabilidades

Durante su intervención, Borja fue contundente al afirmar que las decisiones de asesinar y ordenar las ejecuciones extrajudiciales fueron suyas. “Los asesinatos que yo cometí y ordené fueron decisiones mías”, declaró. Con estas palabras, el excomandante dejó claro que no intenta responsabilizar a sus subalternos ni superiores, aunque destacó que, en la cadena de mando, todos sabían lo que ocurría. Esta afirmación confirma lo que muchas víctimas y organizaciones de derechos humanos han señalado: que las ejecuciones extrajudiciales no fueron actos aislados, sino parte de una práctica sistemática en ciertos sectores de la Fuerza Pública.

Borja también señaló que algunos militares bajo su mando se rehusaron a seguir sus órdenes, pero muchos otros optaron por cumplirlas, lo que resultó en lo que describió como una «tragedia humana». Estas declaraciones reflejan la presión interna que existía en las fuerzas armadas durante el conflicto y cómo esa presión llevó a decisiones fatales, afectando gravemente a miles de civiles inocentes.

Las cifras oficiales y la posibilidad de una realidad aún más oscura

La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), encargada de investigar y juzgar los crímenes cometidos durante el conflicto armado colombiano, ha documentado hasta el momento 6.402 casos de «falsos positivos». Sin embargo, Borja, durante su intervención, sugirió que el número real de víctimas podría ser considerablemente mayor. De acuerdo con su testimonio, el número total de víctimas podría superar las diez mil, lo que pone en perspectiva la magnitud del problema.

El excomandante afirmó que estas ejecuciones no son un fenómeno nuevo en el país, sino que han existido bajo distintos nombres a lo largo del tiempo. Su testimonio pone de relieve la continuidad de estas prácticas dentro de las fuerzas armadas y cómo fueron presentadas ante la sociedad como bajas en combate, un engaño sistemático que contribuyó a la falsa percepción de éxito militar.

Las implicaciones para la JEP y la verdad en Colombia

El proceso que lleva a cabo la JEP, que ya ha escuchado a más de 800 exintegrantes de la Fuerza Pública, ha revelado detalles desgarradores sobre la participación de altos mandos militares en las ejecuciones extrajudiciales. Hasta el momento, 39 generales retirados han sido llamados a declarar por su presunta vinculación con estos crímenes, entre ellos oficiales que ocuparon algunos de los rangos más altos de la Fuerza Pública. Estas declaraciones han sido esenciales para que el país conozca la verdad sobre lo ocurrido entre 2002 y 2008, el periodo más crítico en términos de falsos positivos.

Borja mencionó durante su intervención que, aunque ha habido un esfuerzo por documentar estos casos, es probable que muchas víctimas no hayan sido identificadas oficialmente. Esto apunta a la existencia de un número aún mayor de ejecuciones extrajudiciales que no se han investigado, lo que subraya la importancia de continuar con el trabajo de la JEP y las organizaciones de derechos humanos para esclarecer toda la verdad.

La búsqueda de la verdad y la reconciliación

Más allá de su confesión, el coronel Borja también expresó su intención de reparar el daño causado mediante el diálogo con las víctimas y el compromiso de contarles la verdad. Este acto de contrición, aunque tardío, es significativo para muchas familias que aún buscan respuestas y justicia por la pérdida de sus seres queridos. Borja reconoció el «inmenso» daño infligido tanto a las víctimas como a sus familias, y expresó su disposición a colaborar en los procesos de reconciliación, aceptando que solo la verdad permitirá restaurar la paz en Colombia.

“Nunca me detuve a pensar en el daño que estaba haciendo el conflicto”, agregó el coronel, refiriéndose a la presión constante bajo la que operaban los militares, lo que, según él, contribuyó a la falta de reflexión sobre las consecuencias de sus actos. Estas declaraciones abren una ventana al complejo entramado de responsabilidades y presiones que caracterizaron una época oscura en la historia reciente de Colombia.

El largo camino hacia la justicia

El reconocimiento de culpa por parte del coronel Borja es solo uno de los muchos pasos necesarios para alcanzar la verdad completa sobre los falsos positivos en Colombia. Si bien la JEP ha avanzado considerablemente en sus investigaciones, el camino hacia la justicia y la reconciliación sigue siendo largo y tortuoso. La confesión de Borja subraya la importancia de que los altos mandos militares asuman su responsabilidad, un aspecto clave para que las víctimas sientan que sus voces han sido escuchadas y que se está haciendo justicia.

El país sigue enfrentando el reto de confrontar su pasado violento para construir un futuro de paz. El diálogo, la verdad y la reparación serán fundamentales para cerrar las heridas que el conflicto armado ha dejado en la sociedad colombiana.


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