En un hecho sin precedentes, 45 aspirantes a universidades surcoreanas fueron rechazados pese a contar con calificaciones excepcionales, debido a antecedentes de acoso escolar. La Universidad Nacional de Seúl (SNU), junto a otras cinco universidades de renombre, aplicaron una nueva política de admisiones que valora la ética y el respeto por encima del desempeño académico. Este cambio refleja una transformación profunda en un sistema históricamente enfocado en la excelencia académica.

Hasta hace poco, el ingreso a la universidad dependía casi exclusivamente del College Scholastic Ability Test (CSAT), un examen nacional de alta exigencia. Sin embargo, en el ciclo 2025, instituciones como la SNU, la Universidad Nacional de Gyeongpook, Busan, Jeonbuk y Kangwon descartaron a decenas de aspirantes con registros de violencia escolar, incluso cuando superaban los puntajes de corte. En Gyeongpook, por ejemplo, fueron 22 los rechazados bajo esta nueva política.


Tolerancia cero y un nuevo modelo de admisión

El Ministerio de Educación surcoreano anunció que desde 2026, todas las universidades del país deberán considerar obligatoriamente el historial disciplinario de los estudiantes en sus procesos de admisión. Esta medida se aplicará a todas las modalidades —ingreso regular, temprano o especial— y pretende enviar un mensaje claro: la conducta ética será tan determinante como el talento académico.

Para muchos expertos, esta decisión representa un cambio cultural trascendental. “El comportamiento pesa más que el rendimiento académico”, afirman los analistas, destacando que el país busca alejarse de una “cultura del éxito a cualquier costo” hacia un modelo basado en el respeto y la responsabilidad social.


Contexto social: el impacto de “The Glory” y la presión pública

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Portada oficial «The Glory» Netflix.

El debate sobre el bullying cobró fuerza tras el éxito de la serie “The Glory”, de Netflix, que expone la violencia sistemática en las escuelas surcoreanas. El drama generó un fuerte impacto social y llevó a que el gobierno revisara sus políticas educativas, impulsando reformas que buscan erradicar la violencia escolar desde la raíz.

Los defensores de la medida aseguran que la exclusión de acosadores de las universidades no solo actúa como castigo, sino como una herramienta de prevención y reparación social. “Un estudiante violento no debería representar a las instituciones más prestigiosas del país”, comentó un portavoz del parlamento surcoreano.


Críticas y dilemas éticos en el nuevo sistema

Pese al apoyo social, la medida no está exenta de polémica. Algunos especialistas cuestionan la falta de claridad en los criterios para determinar la gravedad del acoso, así como el riesgo de castigar injustamente a jóvenes por conflictos escolares menores. También se ha registrado un aumento en las demandas judiciales de estudiantes que buscan limpiar su historial para no ver afectado su futuro académico.

El desafío ahora será equilibrar la justicia y la rehabilitación, garantizando que el sistema no se convierta en una herramienta de exclusión permanente. Corea del Sur, conocida por su competitividad educativa, enfrenta así una nueva etapa: una en la que el conocimiento y la empatía deberán coexistir en las aulas.

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