En un giro que reafirma el control hegemónico del oficialismo, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), liderado por Nicolás Maduro, obtuvo una aplastante victoria en las elecciones regionales realizadas este domingo. La jornada estuvo marcada por un boicot de la oposición, impulsado por la líder María Corina Machado, que no logró impedir que el chavismo se hiciera con 23 de las 24 gobernaciones del país, junto con una contundente ventaja en las listas nacionales para la Asamblea Nacional.

Los resultados preliminares del Consejo Nacional Electoral (CNE), órgano acusado de estar alineado con el chavismo, indican que la coalición oficialista alcanzó un 82,68% de los votos en las listas nacionales parlamentarias. Aunque los resultados por circunscripción aún están en escrutinio, todo apunta a que el oficialismo consolidará una mayoría absoluta en el Parlamento, reforzando su ya considerable poder institucional.


La oposición dividida y un llamado al boicot sin impacto

El llamado de María Corina Machado a no participar en los comicios tuvo un eco limitado en la ciudadanía, aunque sí impactó la participación electoral, que fue de apenas 42,6% según el CNE. A pesar de los centros de votación «vacíos» que Machado reportó durante la jornada, el chavismo logró movilizar a su base y consolidar su dominio territorial y legislativo.

Solo una gobernación escapó del control oficialista: Cojedes, en el centro-oeste del país. Allí fue reelecto Alberto Galíndez, un opositor que fundó su propio partido tras ser expulsado de Primero Justicia, organización que también se sumó al boicot electoral. Su victoria, aunque significativa, representa una excepción en un panorama dominado por el rojo del PSUV.


El chavismo refuerza su núcleo de poder

La elección también permitió al oficialismo reforzar su presencia en el Parlamento con figuras clave del entorno de Maduro. Entre los diputados proclamados se encuentran la primera dama, Cilia Flores, su hijo Nicolás Maduro Guerra, y el presidente del Parlamento, Jorge Rodríguez. Junto a ellos, cerca de 40 altos dirigentes chavistas aseguraron escaños, configurando una bancada que servirá como muro de contención frente a cualquier intento de oposición política o judicial.

Paradójicamente, entre los elegidos por voto nacional figuran también Henrique Capriles y otros dos opositores que decidieron participar en contra del llamado al boicot. Esta disidencia dentro de la oposición podría abrir nuevas fisuras en el ya frágil bloque anti-chavista, que enfrenta cuestionamientos tanto por su estrategia como por su falta de unidad.


¿Qué implican estos resultados para el futuro político de Venezuela?

Con este resultado, el chavismo no solo reafirma su control territorial, sino que también envía un mensaje de fuerza de cara a eventuales elecciones presidenciales. “Hoy quedó demostrado el poder del chavismo”, declaró Maduro al celebrar el resultado. El mensaje no es menor: en un país donde la oposición ha perdido espacios de poder, tanto por divisiones internas como por una estrategia política inefectiva, el oficialismo se consolida como único actor con capacidad real de maniobra.

El desafío ahora para los sectores democráticos de la oposición será redefinir su hoja de ruta, recuperar la confianza ciudadana y encontrar vías de participación que no estén sujetas al control institucional del chavismo. La pregunta que queda en el aire es si el 42,6% de participación refleja apatía, miedo o simplemente resignación ante un sistema donde las opciones parecen cada vez más limitadas.


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