atentado en bondi revelan vinculos previos con el isis y fallas en el control de armas legales en australia descarga 1
Homenaje a las victimas del atentado en Australia

Australia enfrenta uno de los episodios más violentos de su historia reciente tras el atentado ocurrido en la playa de Bondi, en Sídney, donde un padre y su hijo abrieron fuego contra una multitud que celebraba la primera noche de Janucá. El ataque dejó un saldo de 16 personas fallecidas y decenas de heridos, y ha reabierto un intenso debate sobre la seguridad, el extremismo y el control de armas en el país.

Las autoridades confirmaron que los presuntos autores eran familiares. El hijo, Naveed Akram, de 24 años, fue detenido en el lugar y trasladado a un hospital con heridas críticas pero estables, mientras que su padre, de 50 años, identificado por medios locales como Sajid Akram, murió tras ser abatido por la policía durante el enfrentamiento. Ambos habrían utilizado armas de fuego obtenidas legalmente.

Uno de los elementos que más preocupación ha generado es que Naveed Akram había estado bajo el escrutinio de la Organización Australiana de Inteligencia de Seguridad en 2019, debido a sus presuntas vinculaciones con personas asociadas a una célula del Estado Islámico. Según explicó el primer ministro Anthony Albanese, la investigación se extendió durante seis meses y concluyó en ese momento que no existía una amenaza activa ni indicios de que el joven planeara actos violentos.

En contraste, el padre contaba desde hacía una década con una licencia válida para la tenencia de armas de fuego. A su nombre había seis armas registradas, todas recuperadas posteriormente por la policía. Cuatro de ellas, entre las que se cree había un rifle y una escopeta, fueron encontradas en el lugar del ataque, mientras que el resto fue incautado durante allanamientos en viviendas vinculadas a la familia en distintos puntos de Sídney.

El tiroteo ocurrió alrededor de las 18:40 del domingo, cuando cerca de un millar de personas se reunían en el parque Archer, junto a la concurrida playa de Bondi, para una celebración comunitaria judía. La rápida intervención policial derivó en un intercambio de disparos en el que dos agentes resultaron heridos. Entre las víctimas mortales se encontraban personas de entre 10 y 87 años, incluyendo una niña, un rabino nacido en Reino Unido, un sobreviviente del Holocausto y un ciudadano francés.

En medio del caos, un civil identificado como Ahmed al Ahmed, de 43 años, logró desarmar a uno de los atacantes tras forcejear con él, pese a resultar herido de bala en un brazo y una mano. Su acción fue destacada por líderes políticos y comunitarios, que lo calificaron como un héroe por evitar una tragedia aún mayor.

El atentado fue declarado oficialmente como un “incidente terrorista”, lo que permitió activar poderes especiales para descartar amenazas adicionales a la comunidad. La playa de Bondi amaneció al día siguiente prácticamente vacía, convertida en un improvisado memorial con flores, velas y mensajes de duelo.

Este ataque es el más letal registrado en Australia en casi 30 años y el primero dirigido contra la comunidad judía del país, en un contexto de aumento de incidentes antisemitas. La gravedad del hecho llevó al gobierno federal y a los estados a acordar una revisión de las leyes sobre armas, con el objetivo de reforzar los controles de antecedentes, limitar ciertos tipos de armamento y revisar los criterios para la concesión de licencias.

Mientras avanzan las investigaciones, el atentado de Bondi ha dejado al descubierto fallas en los sistemas de prevención y ha reavivado una reflexión profunda sobre cómo equilibrar la seguridad pública, la lucha contra el extremismo y el acceso legal a las armas en Australia.

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