Ataque del ELN en el municipio de Saravena, Arauca, ha generado conmoción en el país tras la muerte de dos soldados y tres más heridos en operaciones de protección a la población civil. El incidente refleja las tensiones persistentes en esta región fronteriza, donde las acciones de los grupos armados siguen afectando tanto a las fuerzas del orden como a la ciudadanía.
El hecho tuvo lugar en el sector conocido como La Y, El Consuelo, cuando tropas de la Décima Octava Brigada del Ejército Nacional, adscritas a la Octava División, fueron atacadas con un artefacto explosivo. Según el comunicado oficial del Ejército, los responsables serían integrantes del Ejército de Liberación Nacional (ELN), un grupo que ha intensificado su presencia y acciones violentas en Arauca.
Un ataque contra los derechos humanos y el derecho internacional humanitario
El Ejército Nacional calificó este ataque como una flagrante violación a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario. En el comunicado, se identificó a los soldados fallecidos como Carlos Andrés Marín Díaz y Manuel Alexander Benítez Rosado, mientras que los heridos fueron evacuados para recibir atención médica especializada.
En respuesta inmediata, unidades de refuerzo fueron desplegadas en el área con el objetivo de reforzar la seguridad y buscar a los responsables del ataque. Además, la institución expresó su rechazo contundente ante estos actos violentos que no solo atentan contra sus hombres sino que también ponen en peligro a las comunidades de la región.
El Ejército afirmó: «Lamentamos profundamente el asesinato de nuestros soldados y enviamos nuestras sinceras condolencias a sus familias y amigos. Hemos dispuesto un equipo multidisciplinario de acompañamiento para apoyar a sus seres queridos en este difícil momento».
Contexto de violencia: secuestros y ataques simultáneos
El ataque en Saravena no es un caso aislado, sino parte de un escenario de creciente violencia en el departamento de Arauca. Apenas días antes, el 6 de enero, se reportó el secuestro de seis personas en la vereda Caño Tigre, en el municipio de Arauquita. Entre las víctimas se encontraba Ricardo Ramos, un firmante del Acuerdo de Paz de 2016 con discapacidad auditiva, junto a miembros de su familia.
La Octava División del Ejército Nacional, en coordinación con el Gaula Militar y la Policía Nacional, desplegó operativos en la zona para localizar a los secuestrados. Según informes, las primeras acciones fueron posibles gracias a información proporcionada por la comunidad, lo que permitió activar una respuesta rápida.
El Ejército calificó estos hechos como una grave vulneración de los derechos fundamentales a la vida y la libertad, ratificando su compromiso con la protección de la población civil.
Liberación de los secuestrados: un alivio parcial en medio del conflicto
El 8 de enero, se confirmó la liberación de Ricardo Ramos y las demás personas secuestradas. Según la Defensoría del Pueblo, la liberación se logró con la mediación de la Iglesia Católica y la Personería de Tame, entidades que han sido fundamentales en el manejo humanitario de situaciones similares en el pasado.
La Defensoría, a través de su cuenta en la red social X, celebró el regreso de las víctimas a la libertad, destacando la complejidad del caso debido a la condición especial de uno de los secuestrados. Sin embargo, este hecho no borra las preocupaciones sobre la seguridad en Arauca, donde las acciones del ELN continúan siendo una amenaza para la paz y estabilidad de la región.
La situación en Arauca: ¿hacia dónde va la seguridad?
Los recientes eventos en Arauca, desde el ataque en Saravena hasta los secuestros en Arauquita, evidencian un aumento en la actividad del ELN en la región. Esto pone en cuestión las estrategias de seguridad y la capacidad del Estado para garantizar la protección de la población civil en zonas históricamente afectadas por la violencia.
Aunque las fuerzas del orden han intensificado sus esfuerzos para responder a estos desafíos, las acciones de grupos armados como el ELN siguen dejando una huella profunda de dolor y preocupación en las comunidades afectadas. ¿Será posible avanzar hacia un escenario de mayor seguridad y tranquilidad en Arauca, o los recientes episodios representan un retroceso en los esfuerzos por la paz en Colombia?