Dairo Antonio Úsuga, conocido como alias Otoniel, exlíder del Clan del Golfo, ha dado un testimonio ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) que podría cambiar drásticamente la percepción del conflicto armado en Colombia. En declaraciones divulgadas por Noticias Caracol, Otoniel detalló supuestos nexos entre el Bloque Centauros y la Fuerza Aérea Colombiana (FAC), señalando que durante el conflicto en los Llanos Orientales a inicios de los años 2000, hubo apoyo aéreo y pagos a altos mandos militares.
Desde su reclusión en Estados Unidos, donde fue extraditado en 2022 tras ser condenado a 45 años de prisión por narcotráfico, Otoniel participó en audiencias durante tres días. Este es el más reciente episodio que destapa los posibles entramados entre grupos armados ilegales y sectores de las fuerzas públicas, en medio de una de las etapas más violentas de la historia reciente del país.
Detalles del testimonio sobre los enfrentamientos en los Llanos Orientales
En su declaración, alias Otoniel habló de la guerra entre el Bloque Centauros, liderado por Miguel Arroyave, y las Autodefensas Campesinas del Casanare, comandadas por Martín Llanos. Este enfrentamiento dejó más de mil muertos y alcanzó su punto más crítico en la batalla final en Villanueva, Casanare. Según el exlíder paramilitar, el apoyo de la FAC fue determinante para la victoria del Bloque Centauros.
Alias Otoniel describió con crudeza el nivel de violencia de esos enfrentamientos. En una sola batalla, aseguró, el Bloque Centauros perdió 87 hombres y tuvo más de 100 heridos en apenas tres días. Según su testimonio, la Fuerza Aérea Colombiana habría proporcionado helicópteros y un avión militar conocido como El Fantasma para respaldar las operaciones. Otoniel mencionó que el apoyo aéreo incluía el desembarque de tropas y ataques directos sobre posiciones enemigas.
“Arroyave me dio el pin (contacto) y yo hablaba con ‘Halcón’. El primer día me apoyó el Fantasma. Al otro día coordiné con el coronel Lázaro y el teniente Zapata”, afirmó. Estos presuntos contactos militares habrían actuado desde bases en Villavicencio, en coordinación con Andrés Arroyave, sobrino de Miguel Arroyave, quien gestionaba operaciones desde Bogotá.
Nexos entre paramilitares y altos mandos militares
Uno de los aspectos más delicados del testimonio de Otoniel fue la mención de supuestos pagos y prebendas entregadas a altos oficiales de las Fuerzas Armadas. Según él, el general Mario Montoya Uribe, comandante del Ejército entre 2006 y 2008, habría recibido un apartamento blindado en Bogotá como compensación por su apoyo al Bloque Centauros.
“El apartamento blindado sí se lo dimos nosotros directamente (…) Andrés Arroyave lo coordinó, pero lo entregó el Frente Casanare. Costó unos 400 millones de pesos de esa época”, detalló alias Otoniel. Este tipo de acusaciones no solo exponen un posible entramado de corrupción dentro de las fuerzas militares, sino que también reavivan el debate sobre el papel de la fuerza pública en el conflicto armado y sus vínculos con grupos ilegales.
Alias Otoniel mencionó que estos pagos no solo incluían bienes inmuebles, sino también dinero en efectivo y otras compensaciones para garantizar apoyo estratégico. El testimonio, que ha sido calificado por expertos como una “bomba política”, pone en el centro del escrutinio público a figuras emblemáticas de las Fuerzas Armadas, y podría derivar en investigaciones judiciales de gran envergadura.
El contexto de las confesiones de alias Otoniel
Alias Otoniel se declaró culpable en 2023 de varios cargos relacionados con el narcotráfico y enfrenta una condena de 45 años en Estados Unidos. Sin embargo, en Colombia, su testimonio ante la JEP es crucial para esclarecer la relación entre actores armados ilegales y entidades del Estado durante el conflicto armado.
El caso del Bloque Centauros es particularmente emblemático porque ilustra cómo las luchas internas entre grupos paramilitares, como las libradas contra las Autodefensas Campesinas del Casanare, no solo causaron un altísimo costo humano, sino que también dependieron de alianzas con sectores estatales. Estas revelaciones coinciden con otras investigaciones de la JEP sobre el rol de agentes del Estado en el conflicto, que van desde la participación directa en crímenes de guerra hasta omisiones que facilitaron masacres.
La declaración de alias Otoniel ha generado una reacción mixta en Colombia. Mientras algunos sectores ven su testimonio como una oportunidad para conocer la verdad histórica, otros lo consideran una estrategia para buscar beneficios judiciales en su proceso ante la JEP.
¿Qué sigue tras estas revelaciones?
Las afirmaciones de alias Otoniel no solo representan un reto para las instituciones colombianas, sino que también podrían marcar un punto de inflexión en los procesos de la JEP. La conexión entre altos mandos militares y el paramilitarismo abre interrogantes sobre la profundidad de estas alianzas y sus consecuencias en las comunidades afectadas por el conflicto.
El país espera con expectativa los resultados de las investigaciones que puedan derivarse de este testimonio. ¿Se tratará de un paso hacia la verdad y la justicia, o quedará, como en otros casos, archivado en el olvido institucional?