El Zoológico de San Diego despidió esta semana a una de sus figuras más emblemáticas: Granma, la tortuga de las Galápagos que se convirtió en la residente más longeva de la institución y en una de las más recordadas por generaciones de visitantes. Los especialistas estiman que tenía 141 años, una edad extraordinaria incluso dentro de una especie conocida por su impresionante longevidad.

Nacida en su hábitat natural en las islas Galápagos, Granma formó parte del primer grupo de tortugas trasladadas al Zoológico del Bronx a finales de la década de 1920. Años después llegó a San Diego, donde se transformó en un símbolo viviente de la historia de la conservación. Durante más de un siglo fue testigo del cambio del mundo a su alrededor, desde transformaciones tecnológicas hasta el paso de 20 presidentes por la Casa Blanca.

Querida por su temperamento calmado y su curiosa rutina alimentaria —donde nunca faltaban la lechuga romana y los frutos de cactus—, Granma despertaba admiración entre quienes la veían por primera vez y nostalgia en quienes habían crecido visitándola. Muchos de ellos compartieron en redes sociales recuerdos de infancia, destacando cómo la tortuga se había convertido en parte de sus propias historias familiares.

En los últimos años, la edad avanzada de Granma comenzó a reflejarse en problemas óseos que se intensificaron con el tiempo. Tras un deterioro progresivo y con el objetivo de evitarle sufrimiento, el equipo veterinario tomó la decisión de practicarle eutanasia el 20 de noviembre. Sus cuidadores, que la llamaban “la reina del zoológico”, aseguraron que su legado permanecerá como un recordatorio del valor de la protección y el cuidado de especies vulnerables.

Las tortugas de las Galápagos, capaces de superar los 100 años en libertad y vivir incluso más tiempo en entornos controlados, siguen siendo objeto de programas activos de conservación. De las 15 subespecies registradas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, varias continúan en peligro. En las últimas décadas, iniciativas de reproducción han logrado liberar más de 10.000 juveniles en su hábitat natural, rescatando a algunas poblaciones del borde de la extinción.

Casos recientes, como el nacimiento de cuatro crías en el Zoológico de Filadelfia y la paternidad tardía de Goliath, una tortuga del Zoológico de Miami que se convirtió en padre a los 135 años, demuestran que la recuperación de la especie sigue avanzando.

Con la partida de Gramma, el Zoológico de San Diego pierde a una de sus figuras más queridas, pero su historia continúa como inspiración para el trabajo global de conservación que busca asegurar el futuro de las Galápagos y su extraordinaria biodiversidad.

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