Nos duele porque no tenemos tranquilidad ni dentro ni fuera de nuestras casas.
Nos duele por qué más mortífera que la COVID 19 está la corrupción rampante, enquistada y reinante. Nos duele por que seguimos indiferentes en la comodidad de nuestras casas y de rodillas aceptando en silencio las manipulaciones de políticos corruptos que aparecen de la noche a la mañana poderosos y ricos, mientras nosotros hundidos en la pobreza, vemos y callamos.
Nos duele porque una vez más vemos cómo nos sobran charlatanes y culebreros en los concejos, asambleas y congreso y hoy cuando más se necesitan la mayoría de ellos se ocultan cobardemente y unos pocos tratan cínicamente de pescar en rio revuelto cuando siempre han despreciado a los jóvenes.
Nos duele porque sabíamos de este mal hace muchos años y solo hasta hoy nos atrevemos a reconocer que lo hemos aceptado de manera cómplice y cobarde.
Nos duele por la impunidad descarada y vergonzante de los entes creados para hacer justicia y que juzgan solo a unos cuantos de manera selectiva.
Nos duele por un congreso impune, cínico, indigno y ausente como hoy Nos duele por los jóvenes mujeres y hombres que salen a marchar y no los escuchan siendo este un derecho amparado en la constitución.
Nos duele porque vándalos se infiltran en medio de las voces y atentan contra los pequeños y grandes empresarios que construyen país.
Nos duele por que los dineros que se roban los corruptos, el gobierno lo recupera estrangulándonos con más impuestos.
Nos duele por la sangre derramada entre colombianos en medio de estas protestas, mientras los responsables están cómodos en sus inmensas propiedades.
Nos duele porque vemos cómo sale a flote lo peor del ser humano aprovechando el caos.
Nos duele porque sólo ahora que la comida no llega a las tiendas y se pudre en el campo, que el combustible escasea y no podemos salir, caemos en cuenta de que estamos jodidos, de que lo sabíamos y así seguíamos eligiendo los mismos verdugos.