La otra cara de la protestas, que si bien son razonables ante el cansancio de los abusos y corrupción política de tantos años sobre los ciudadanos, están los vándalos, que infiltrados en las marchas destruyen, atemorizan y saquean, quedan las cenizas, los escombros y cientos de familias con su padres o madres sin un lugar de trabajo por qué como los casos de las tiendas D1, quedaron saqueadas y destruidas, pero se ve que fue algo planificado. A una marcha no se lleva una maza ni una pulidora o cortadora de metal para arrancar cajas fuertes, premeditado y así se comprobó ayer cuando la policía capturó un delincuente que identificándose como “manifestante de primera línea”, amenazo a dos conductores de camión y cargo la mercancía que fue recuperada oportunamente por las autoridades.
Marchas sí y son justas, pero delincuencia no, porque sufrimos La Covid, el invierno, este paro y encima la destrucción del aparato productivo, no hay país que lo resista.